Mujercitas (3)

Ahora vamos a conocer el desenlace de esta obra que puede considerarse una autobiografía.

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Era Laurie que por su timidez, había ido a ocultarse ahí porque no conocía a nadie. Jo le explicó con toda sencillez, humor y simpatía el drama de su vestido y terminaron bailando solos en otra habitación libre de miradas indiscretas.

Meg se unió a ellos contando que se había torcido un tobillo y apenas podía caminar. Como además llovía, Laurie se ofreció para llevarlas en su carruaje que esperaba afuera… y así nació una hermosa amistad que se extendió a las dos familias.

El abuelo de Laurie había sido muy amigo del abuelo de las chicas. También el señor Lawrence había tenido una nieta de la edad de Beth que, como ella, tocaba el piano.

La cuestión fue que, valiéndose de truco para que Beth no se percatara que todo era algo preparado, el señor Lawrence salía de casa dejando instrucciones para que, cuando vinieran las chicas, dejaran sola a la pianista con el piano.

Pero luego volvía el caballero y, ocultándose, la escuchaba.

En el siguiente cumpleaños de Beth, al entrar a casa, se encontró con una esquela del señor Lawrence sobre el piano que había sido de su nieta, afinado y lustrado como nuevo. Pero no todo era color de rosa entre las chicas, cierta vez que Jo y Meg no pudieron llevar a Amy al teatro, Jo reprendió a Amy para que se dejara de hacer caprichos, esta se vengó quemando los originales de unos cuentos que Jo llevaba tiempo escribiendo.

Aquello era algo imperdonable, para Jo.

Sin embargo, la intervención de la madre, que en confidencia contó a Jo cómo era ella de rencorosa y egoísta a la edad de sus hijas, y cómo continuaba luchando para dominar sus impulsos.

Esto desarmó a Jo, que jamás hubiera imaginado que su madre, tan perfecta, pudiera tener un mal pensamiento.

También lo pasaron muy mal cuando llegó la noticia de que el señor March había sido herido y se encontraba en estado grave en un hospital de Washington.

Como necesitaban dinero para que su esposa fuera a cuidarlo, Jo vendió por USD 25 su hermosa cabellera a un fabricante de pelucas, y volvió un día con la cabeza rapada bajo el sombrero.

El señor Lawrence dispuso los medios para que la señora March fuera a Washington, acompañada de Juan Brockle, el preceptor (profesor) de Laurie.

Fue una temporada muy penosa. Pero cuando todos regresaron a casa –el señor March, dado de baja, también–, Juan Broocke confesó su amor a Meg.

Ella, al asumir su defensa frente a una tía rica a quien cuidaba y acusaba a Juan de pretender a Meg por el interés que tenía por la fortuna que la chica heredaría de su tía, puso en evidencia que el amor de Juan era correspondido.

Por otro lado, Jo volvió un día exultante de gozo, pues el periódico local había publicado uno de sus cuentos… y le pedían más.

Terminó la guerra y los March prosperaron nuevamente. Meg y Juan se casaron, Jo, ya de novia con Laurie, se convirtió en una gran escritora. También Beth y Amy triunfaron en el arte: Beth como pianista y Amy como pintora.

Y todos fueron muy felices.

Sobre el libro

Título: Mujercitas

Adaptación: Raúl Silva Alonso

Editorial: El Lector

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