Metodologías activas para el aula

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La pecera

Poco a poco, las metodologías activas ganan protagonismo en los centros educativos. Con su introducción en el aula, la enseñanza se centra en el estudiante de una forma constructiva, ya que el alumno forma parte activa del proceso de enseñanza aprendizaje. Además, se trata de una enseñanza contextualizada en problemas del mundo real en que el estudiante se desarrollará en el futuro. Entre estas metodologías se encuentra la pecera.

¿En qué consiste?

Esta técnica consiste en facilitar la toma de decisiones consensuada cuando se trata de un grupo numeroso. De este modo unas pocas personas dialogan en el centro de una sala, rodeadas del resto de grupos a los que representan.

¿Cómo se lleva a cabo?

El docente formará subgrupos de cuatro personas. Lo ideal es que no haya más de siete u ocho grupos. Se podrá abordar un tema en particular (previa lectura de material) o trabajar sobre alguna pregunta que genere conflicto en el grupo.

Se les dará 30 min a cada subgrupo para hablar sobre el tema y fijar una posición. Luego se escogerá un representante (lo puede hacer cada equipo o el coordinador), quien debatirá e intentará argumentar las ideas trabajadas. Para la puesta en común, solo tendrá la palabra quien expone; los demás compañeros pueden estar detrás para asesorarlo. Las personas representantes de los grupos se sitúan en círculo en el centro del aula, mientras sus grupos se encuentran justo detrás de ellas observando el desarrollo de la toma de decisiones.

Eventualmente, en los casos en los que el grupo al que está representando no se encuentra de acuerdo con el rumbo que está tomando el proceso, el grupo puede pasar a quien le representa algún mensaje por escrito (dos o tres en total). Incluso, en un momento dado, ante una propuesta muy novedosa que no estuviera discutida en el grupo, se puede plantear la posibilidad de dar uno o dos minutos para que todas las personas que ejercen de portavoces consulten con su grupo.

La discusión debe ser moderada por el docente, aunque si el grupo cuenta con suficiente experiencia en el tema, podrá ser una estudiante quien haga las veces de moderador.

Además es necesario fijar un tiempo de debate, por ejemplo, 45 min. Posteriormente, se le dará a cada subgrupo 5 min para hacer una exposición final (sin debate), en el que cada representante intentará hacer un cierre del tema.

El coordinador deberá darle a cada expositor no más de 3 min para hacer el cierre. El orden lo especificará el coordinador, puede ser por sorteo.

Para el cierre de la actividad y, a modo de metacognición, se sugiere guiar la plenaria con algunas de estas preguntas:

¿Cómo se sintieron con la actividad?, ¿pudieron expresar con claridad sus argumentos?, ¿creen que los argumentos tenían fundamentos claros y contundentes?, ¿cómo se sentían cuando otro expositor les demostraba que el argumento dado no era válido?

¿Los asesores pudieron cumplir su rol o «dejaron solo» al que exponía?, ¿qué técnica utilizaban para asesorar (tomaban nota, se apoyaban en el material)?

Quien estaba debatiendo, ¿se sentía acompañado por los asesores?

Ahora que ya terminó la actividad, ¿hubiesen trabajado en el subgrupo de otra manera? Si es que sí, ¿en qué instancia de la dinámica?

Fuente: https://bit.ly/2H815mL

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