María Auxiliadora, Madre de Dios y nuestra; amparo de nuestra alegría

Pasado mañana, jueves 24 de mayo, será el DÍA DE MARÍA AUXILIADORA, una de las advocaciones más populares y queridas de la Virgen María entre todos los devotos de la Madre de Jesucristo, el Dios hecho hombre para salvar de la muerte eterna a toda la Humanidad. En el Paraguay, indudablemente, la AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS es la advocación que más ha penetrado en el alma nacional, después de la “Virgen de los Milagros de Caacupé”, que festejamos cada 8 de diciembre.

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Es así como la Virgen de Caacupé y María Auxiliadora son las principales festividades marianas en este país que tanto ama, venera y aclama a la Madre de Dios, en Quien, además, deposita todas sus esperanzas. El pueblo paraguayo es auténticamente mariano. Sabe que la Virgen María es “Auxiliadora” porque nos trae importantes auxilios de Dios y es el título que mejor expresa la mediación de la Madre de Dios respecto de la humanidad. La devoción a María Auxiliadora es, sin dudas, el MEJOR APORTE CULTURAL Y ESPIRITUAL que ha legado al Paraguay, desde su llegada a nuestro país --hace más de 100 años-- la Congregación Salesiana, cuyo fundador, San Juan Bosco, ha sido uno de los más decididos propulsores de la devoción a María Auxiliadora. Esta congregación, cuyo carisma principal es la formación y promoción de la juventud, ha inculcado siempre a niños, niñas y jóvenes que María Auxiliadora es la que AMPARA la ALEGRÍA, que es tan característica de la niñez, de la adolescencia y de la juventud. Y a los adultos nos ha inculcado la absoluta confianza en Ella, sea la situación más desolada y desesperada en que nos encontremos. Es conocida la historia de María Auxiliadora como “Patrona del Ejército del Chaco Paraguayo”. Y en la historia universal, esta advocación de “Auxiliadora de los Cristianos” se remonta nada más y nada menos que al año 345 de la Era Cristiana, cuando san Juan Crisóstomo fue el primero que la llamó con ese título (“Auxiliadora”) en Constantinopla, cuando dijo: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”. Luego siguió san Sabas en el año 532, quien la llamaba “Auxiliadora de los enfermos”. En el año 749, san Juan Damasceno propagaba la jaculatoria: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. En Ucrania, Rusia, esta fiesta se celebra el 1 de octubre desde 1030, año en que la Auxiliadora libró a esa ciudad de una terrible tribu de bárbaros paganos. Otro prodigioso milagro y auxilio de la Virgen María se produjo en 1572 en la famosa batalla de Lepanto, contra los mahometanos. Y así, muchísimos otros acontecimientos, incluyendo la portentosa obra de la Gran Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia, iniciada por Don Bosco (San Juan Bosco) en 1863 con apenas sesenta centavos, pero que terminó con gran suceso en 1868, gracias a los permanentes y sucesivos milagros de María Auxiliadora a favor de sus devotos. Por eso, los devotos de María Auxiliadora rezan con gran unción espiritual la “oración de súplica”, que dice entre otras muchas cosas: “Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro. Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Sé bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme, Madre mía, la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén”.
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