Maravillas de unas villas (5)

Sigamos disfrutando de una de las obras de Josefina Plá, quien con más de cincuenta años de abundante y profunda labor creativa, y decenas de libros publicados, dedicó toda su vida al ámbito artístico de nuestro país y contribuyó enormemente a su desarrollo cultural.

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Mientras continuaba dando cobijo en su casa a cuanto gato vagabundo hubiera, Josefina escribió también la historia de Villacanastos, Villaolvido y Villaorejas, la de Villaescobas, Villapienso y Castelcanes, pero aquí solamente vamos a recordar, brevemente, dos historias más: la de Ciudadsueños y la de Ciudadlacustre.

La primera tenía la particularidad de que la gente no solo andaba siempre con sueño (como cierto gato pequeño de otra historia), sino que se dormía en cualquier parte.

Por eso, la municipalidad dispuso que en las calles, estratégicamente ubicados cada cierto trecho, estén permanentemente abiertos unos catres de lona, para comodidad de los transeúntes que se dormían cuando iban por ahí. Por suerte, los sueños de los que dormían eran siempre agradables: soñaban que ya habían pagado los impuestos, que habían ganado la lotería y cosas así.

Pero esta situación también ocasionaba inconvenientes porque cuando sus habitantes iban a comprar algo a un negocio, se dormían y soñaban que ya habían pagado. El dueño del negocio soñaba que ya había cobrado y así se fundían los comerciantes.

Un científico que pasó por ahí descubrió que la causa del sueño eran las aguas del arroyo. Así que, mientras estaban despiertos decidieron embotellar agua y venderla como anestesia.

Entonces vivieron muy felices ganando dinero con el agua del arroyo, mientras dormían.

Sobre el libro

Adaptación Raúl Silva Alonso

Título Maravillas de unas villas

Editorial El Lector

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