Los hijos y su lugar en la familia (2)

En la semana anterior publicamos las características de cada uno de los hijos conforme el momento de su nacimiento, en esta oportunidad haremos referencia a algunas actitudes que deben tener los padres con respecto a ellos.

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¿Tiene especial importancia prestar atención al orden de nacimiento de los hermanos?

Esta es la pregunta inevitable luego de la lectura de la semana anterior, podemos considerar que lo realmente importante son las características personales de cada uno de ellos. Sin embargo, el orden de nacimiento y las diferencias de edad son datos a tener en cuenta. Las características personales que a veces consideramos propias de cada individuo, casi heredadas, muchas veces son producto de las características de todas y cada una de las personas que viven bajo el mismo techo, de la convivencia y de la influencia mutua que se produce en ellos.

Ejemplos que no constituyen regla general

En la descripción realizada anteriormente no significa en absoluto una regla general, sino un simple ejemplo de cómo a veces pueden distribuirse los papeles y desarrollarse características dentro de la familia. No podemos caer en la tentación de colgar a los hijos carteles como los de «responsable», «rebelde» o «consentido» respectivamente, a partir de la descripción anterior. Vemos tantos casos en los que esto no es así, que sería absurdo establecer una generalización tan simplista.

Lo que sí es cierto es que diferentes papeles y funciones se van desarrollando y desempeñando dentro del núcleo familiar, de modo que sus miembros tienden a mostrar características personales, actitudes, valores y conductas que permiten al sistema en su conjunto alcanzar un cierto grado de equilibrio. Fallece una abuela, nace un nuevo hermano, se marcha del hogar uno de los hermanos, uno de los padres sale del núcleo familiar… Cuando alguna pieza de ese sistema cambia o desaparece, o se introduce una nueva, el resto de los elementos del conjunto deberán reajustarse con objeto de recuperar de nuevo la estabilidad. A veces, incluso una mascota puede regular el intercambio afectivo en ese entorno familiar y cambiar la dinámica del mismo.

Actividades.

1.Observa a tus hijos y sus características y conforme a ello examina si llevan dentro del entorno familiar «carteles» como los expuestos en el escrito.

2.De ser así, conversa con tus hijos y trata de explicar que no deben asumir el peso de mochilas impuestas por otros.

Fuente.

Educar sin gritar, Guillermo Ballenato. España - 2007.

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