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Muchas personas pasan la mayor parte de sus vidas muy ocupadas, pensando en lo que sucederá en el corto plazo, y no dedican tiempo a pensar en lo que se necesitará para vivir cuando vayan siendo mayores y llegue el tiempo de dejar de trabajar. Esto hace que gran parte de la población no cuente con planes o fondos de jubilación.
Para acceder a la pensión económica, es necesario haber hecho los ahorros o aportaciones durante el tiempo en que se trabajó. Si durante la vida laboral se trabaja de empleado de alguna empresa, una parte de los sueldos mensuales va formando el ahorro para que llegado el momento de jubilarse, al cumplir 60 años, se pase a cobrar la jubilación.
Ahora bien, si el empleo fue como profesional independiente o por cuenta propia, no se forman directamente los fondos de jubilación, sino que uno mismo debe ir conformándolos mediante el ahorro.
Una de las opciones es acceder a algún plan de jubilación privada. Esto implica ir aportando mensualmente una cantidad determinada a alguna de las empresas que ofrezca este servicio. Para determinar este ahorro, se tienen en cuenta varios elementos, como a qué edad uno desea empezar a cobrar la jubilación y cuánto es lo que puede ir ahorrando. Con estos datos la empresa realiza unos cálculos y fija un monto mensual a pagar.
Como puede verse, un buen futuro en la vida adulta depende en gran medida de lo que se vaya ahorrando. No se debería depender solo de la jubilación pública o privada, es importante además de ahorrar para la jubilación, fijarse en qué se aplica el dinero que se obtiene durante la vida laboral. La calidad del gasto, este debe enfocarse hacia aquello que pemite vivir de manera más saludable, protegidos en cuanto tener una vivienda en condiciones adecuadas, acceso a la atención médica y buena educación. Todo esto en conjunto otorga mayores posibilidades de un futuro mejor.
Tener un plan de retiro o una jubilación es de gran importancia, y conviene empezarlo tan pronto se cuente con ingresos laborales o profesionales.
La jubilación es el hecho de dejar de trabajar por haber alcanzado una determinada edad y, a partir de ahí, recibir una prestación o pensión económica.