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y final tras vocal. Como norma general, se prefiere -ay, -ey, -oy, -uy en estos diptongos al final de palabra, aunque hay excepciones en préstamos en los que se escribe -ai,-ei, -oi, -ui. Cuando ambas formas son válidas, se prefiere la mayoritaria en el uso.
Ejemplos: carey, bonsái, paipái, samurái, tipoy.
y final tras consonante. Al adaptar extranjerismos que terminan en consonante + y, esta se transforma en i.
Ejemplos: bodi, curri, ferri, panti, rali.
También se escriben con i latina final los hipocorísticos. (Dicho de un nombre que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística).
Ejemplos: Mati, Elvi, Pauli, Dani.
y medial. En préstamos, y pasa a i cuando tiene este valor. Se recuerda que también se cambia al formar el plural de algunas palabras que terminan en vocal + y.
Ejemplos: licra, géiser, yoqueis, jerséis.
ng final. Se recomienda suprimir la g final en las palabras terminadas en -ng.
Ejemplos: cáterin, campin, castin, esmoquin, márquetin, pirsin.
ps inicial. El uso culto sigue prefiriendo la grafía con ps- inicial, aunque en todos los casos se admiten las formas con s-.
Ejemplos: sicología, sicosis, siquiatra, seudónimo, seudópodo.
Derivados de nombres propios. Se conservará la escritura del nombre del que proceden.
Ejemplos: beethoveniano, picassiano, shakespeariano, darwinista.
Esta norma no se aplica a los nombres comunes que han pasado a designar objetos, enfermedades, productos.
Ejemplos: alzhéimer, boicot, yacusi, zepelín o zépelin.
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