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En el siglo pasado fue el medio de transporte por excelencia, pues era el más apropiado para transitar los pésimos caminos de la época. Tuvo su origen en un medio similar que los españoles habían introducido en América, la cureña, en la cual colocaban los pesados armamentos de guerra con el propósito de llevarlos a lejanos puestos de combate.
Durante tres siglos, aproximadamente, fueron las carretas los únicos medios utilizados para el transporte de personas y de mercaderías. En torno a ella giró un sector a la vez dinámico y dinamizador de la economía. La carreta, incluso, fue mucho más de lo mencionado, pues, según lo que hiciese falta, fue ciudad móvil, fortaleza, tesoro nacional, carro fúnebre, imprenta, correo, hospital, ambulancia. Con la llegada del ferrocarril y del alambrado, las pesadas carretas comenzaron su marcha hacia el ocaso. Posteriormente, con la introducción del camión y de la camioneta, terminó por desaparecer de los caminos, de borrarse definitivamente del paisaje campesino.
Varios escritores le han dedicado bellas páginas a su emblemático pasado. Para conocer mejor las diferentes visiones de cada uno de ellos, compartimos estos poemas inigualables.
La carreta
(Vicente Lamas)
Al paso cansino, monótono y lento
de los mansos bueyes, viene la carreta,
gimiendo quién sabe qué pena secreta
en su sempiterno y extraño lamento.
El largo bostezo de todas las huellas
sabe la amargura de su ingrato sino:
ir siempre arrastrando por todo camino
sus penas cual loco cazador de estrellas.
Eres el pasado lejano y perdido,
te aroma el encanto de lo fenecido,
carreta romántica, dulce y patriarcal.
Llorando te acercas a tu triste ocaso
con la sacrosanta cruz de tu fracaso...
Yo lloro contigo tu pena ancestral.
La carreta
(Josefina Pla)
¿Viste el camino de los cuadros?
De dónde viene, ignoras; tampoco sabes adónde va,
y la carreta marcha pero sin salir (no puede)
del cuadro en donde está.
Yo voy en ese carro que en el cuadro se aleja
sin moverse jamás de donde está.
No sé si el carro marcha, ni quién del carro tira,
dónde empezó el paisaje, dónde terminará;
quizá, tan solo dentro de mí las ruedas giran
y fuera todo muerto está.
La canción del carretero
Marialuisa Artecona de Thompson
Lucerooo. Orooo. Palomaaa,
Va cantando el carretero
por los caminos que al alba
parecen cintas de seda.
Las ruedas de la carreta
se deslizan lentamente
entre la niebla y el vaho
tibio de los bueyes, en cuyos
ojos dormita el brillo
de las estrellas.
La madrugada de otoño
cae en el tenue rocío
que moja los tallos verdes
de la caña dulce fresca,
camino de los trapiches
que cerrarán la jornada.
Un farolito encendido
pone en el campo desierto
su punto de luz que cierra
la página de las huellas;
mientras marcha el carretero
con su simple alma paisana
dialogando con las sombras
sobre su pan de mañana.
En este largo sendero
todas las cosas se hicieron
dura piel y duro sueño.
La vida va caminando
entre árboles hermanos,
vientos y nubes hermanas,
frutos y ríos hermanos
que le han hecho soberano
como las aves en vuelo,
con la libertad de un cielo
de trigo, madera
y agua.
Lucerooo. Orooo. Palomaaa,
el sol entibia el azúcar
de los tallos de la caña,
camino de los trapiches,
Lucerooo. Orooo. Palomaaa.
Actividades
* Aclaramos el significado contextual de las palabras nuevas.
* Leemos los poemas y conversamos sobre cada contenido en forma independiente.
* Establecemos un paralelismo temático comentando las semejanzas y diferencias que cada poeta imprimió en su obra.
* Cerramos los comentarios destacando los ejes básicos argumentativos y los elementos secundarios de cada poesía.
* Completamos nuestra labor literaria investigando la biografía de cada poeta cuyas bellas entregas hemos conocido en estas páginas.