Las aventuras de Tom Sawyer (4)

Llegó el momento de conocer el final de las aventuras de este gran personaje.

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En el mismo instante, Joe el indio, quien se había levantado, tomó del suelo la navaja de Muff Potter y atacó al doctor. Cuando apresaron a Muff Potter y lo iban a juzgar por el crimen del doctor Robinson, presentando su navaja como prueba y a Joe como testigo, Tom testificó en el juicio. Aprovechando la sorpresa, escapó el indio por la ventana del juzgado, pero Tom y Huck ya no tuvieron tranquilidad, aun cuando decidieron hacerse piratas y desaparecieron en una balsa por unos días, en los que el pueblo los dio por muertos. Cuando reaparecieron, hubo grandes festejos, rompiendo la monotonía de San Petersburgo. En otra oportunidad, durante un paseo escolar, desaparecieron Tom y Becky Tatcher, la conquistada rubiecita, hija del juez, al internarse en una mina abandonada. ¡Y allí estaba escondido Joe! Este se topó con la mejor ocasión de vengarse de Tom, quien, con su testimonio, lo había condenado. Los chicos se internaron más y más en la mina, hasta perderle de vista a Joe. ¡Y perderse ellos mismos! Llevaban ya tres días sin comer, bebiendo agua de charcos, ya se les apagaba la última vela y se resignaban a morir, cuando Tom, reptando por un agujero, encontró la salida. ¡Esta vez sí que hubo una gran fiesta en el pueblo! Y el juez Tatcher, padre de Becky, hizo tapiar la entrada de la mina. Una semana más tarde, levantado del reposo que le impusieron para recuperarse de su aventura, Tom se enteró de esto, y corrió a decir al juez: —¡Señor!, Joe está en la mina! La abrieron y, en la misma entrada, encontraron el cadáver de Joe, muerto de inanición. Días después, con Huck, Tom volvió a entrar a la mina por el agujero por el que habían salido. Tropezaron con el tesoro escondido en un cofre, que los pobladores habían estado buscando durante años. Y, a su regreso, con bolsas llenas de monedas de oro, sí que Tom fue recibido como un héroe. La tía Polly, orgullosa por las reales hazañas de Tom. El primo Sid, muerto de envidia; Becky, a quien Tom había salvado de la muerte en la mina, bueno... ¡no existía nadie como él! ¡Y ahora, además, era ¡rico para toda la vida! En cambio Huck, a quien una buena señora quiso adoptarlo, no toleró quince días de civilización y, en cuanto pudo, escapó retornando a su vida salvaje y feliz.

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