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Salió a toda prisa de aquel barrio y se internó en otra urbanización cercana, a la vez, iba recogiendo más perritos que iba encontrando por la calle.
La niña preguntó al quiosquero de la zona si conocía a un niño de pelo castaño, de su misma edad, llamado Esteban.
—Sí, bonita. Sí, lo conozco; es mi vecino. Mira, esa casa de las rejas verdes es la suya, y creo que ahora está allí, pues ha estado castigado esta mañana. Su madre me lo dijo cuando vino a comprar el periódico.
—Gracias, señor —le dijo la niñita.
Al llamar a la puerta, una decena de perritos salió ladrando a recibirla junto con Esteban. Camila se puso muy contenta, pues Esteban había recogido un buen montón.
Se me hizo muy tarde y mi madre me encontró antes de que llegara al parque —le dijo el niño. En ese momento, apareció la mamá de Esteban muy seria.
—Vuestros paseos con las bicis se acabaron, chicos. A partir de ahora, tendrán que cuidar de sus cachorros todos los días hasta encontrar unos dueños que les quieran.
—¿Te quedas a merendar, Camila? Esteban abrazó a su madre y le dio las gracias.
Sobre el libro
Título: Las aventuras de Camila y Esteban
Editorial: Mundo de ilusiones y fantasías