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En la mayoría de las cooperativas, la principal actividad para informar a los asociados en las asambleas es la preparación del balance económico. El que informa sobre el dinero gastado, cuentas, cantidades, deudas, así como los ingresos y gastos, con el objetivo de saber si la cooperativa tuvo o no excedentes en el año.
Puesto que de esta manera es muy difícil saber si lo que se gastó realmente sirvió para mejorar la calidad de vida de los asociados y la comunidad. Los números y las cuentas por sí solas no suelen indicar mucho.
Es por eso que en los últimos años se viene insistiendo con la presentación de un informe denominado balance social cooperativo. Este documento sirve para dar a conocer si lo que se gastó tenía relación con los principios cooperativos y los fines de cada organización. Se refiere más a la calidad y el destino de los gastos, que a las cantidades gastadas.
Las cooperativas como organizaciones sociales deben enfocar sus recursos a las actividades que ayuden a lograr sus fines como empresas solidarias. El éxito económico que logre debe ser acompañado con beneficios sociales para los socios. Que lo realizado efectivamente sirva para el desarrollo de sus asociados, se cumplan cada uno de los principios cooperativos y los fines se hayan ido efectuando.
Para medir todo eso está el balance social, que es tan importante como el económico. A los asociados no solo les debe interesar saber cuánto dinero tienen en la caja, si se generaron suficientes ingresos o si las ventas de productos y servicios fueron mayores que en el año anterior. También les debe preocupar si se gastaron en realizar servicios sociales, si más personas pudieron asociarse a la cooperativa o utilizaron más los servicios, y si se brindaron suficiente capacitación y educación cooperativa. Deben verificar también si se realizaron trabajos conjuntos con otras entidades, como parte de la gran familia cooperativa, y qué apoyos se dieron a la comunidad en la que se asientan.
A la cooperativa, un balance social también le ayuda saber qué servicios son más valorados y utilizados por los asociados. Conocer cómo se compone esa cantidad de socios, cuántos son jóvenes, cuántos hombres y mujeres, cuántos de la tercera edad, para así crear servicios que pueden ser más requeridos por ellos.
Si bien muchas cooperativas informan estos datos en sus memorias de manera aislada, es importante utilizar el modelo de balance social que permita unificar los criterios y poder comparar entre las diversas entidades. Así habrá una mejor percepción del impacto positivo de las cooperativas en la sociedad.
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