Cargando...
Cuando nació la princesita, los reyes de Floralinda estallaron de gozo. No hubo en el mundo padres más dichosos que ellos. El feliz nacimiento coincidió con una prosperidad inusitada en la isla: el oro parecía correr a raudales por las calles y todos pasaban el día divirtiéndose, sin preocuparse de un trabajo que no necesitaban realizar para darse la más regalada de las vidas.
Sin embargo, a pesar de las joyas que lució desde muy pequeñita, y de los constantes mimos y atenciones de que era objeto, la princesita no era feliz.
Le habían puesto el nombre de Lily. Según iban transcurriendo los años, Lily languidecía más y más, sin que nadie consiguiera dar con un remedio para su tristeza. Cierto día en que se hallaba recriminando a su madre el modo de vida que llevaba, oyó decir a una voz a sus espaldas:
—Tu espíritu recobrará la tranquilidad cuando el Poderoso Llameante sea vencido. Y le vencerás rechazando la vida fácil y censurable que tu madre te ofrece.
Volvió rápidamente la cabeza y descubrió a su lado al gallardo príncipe Roldán, llegado de un lejano país para salvar a Lily y a su pueblo.
El príncipe le aconsejó que no sea vanidosa y le prometió que regresaría un día para casarse con ella.
Siguiendo los consejos del buen príncipe, empezó a realizar obras de caridad. La madre la descubrió y discutieron acaloradamente.
La reina creyó llegado el momento de explicar a su hija el verdadero motivo de aquella vida de holganza que todos llevaban en Floralinda.
—Si tu padre y yo aceptamos esta clase de existencia para nuestro reino, no lo hacemos por nuestro gusto —le dijo—. Es el Poderoso Llameante quien me obliga.
En ese instante se oyó un trueno impresionante y, en medio de una nube negra, apareció el Poderoso Llameante, quien soltó una siniestra carcajada y exclamó:
—¡Faltaste a tu promesa, reina Betina! ¡Prepárate para recibir el inolvidable castigo!
Sobre el libro
Libro: Mis cuentos de hadas Título: La isla Floralinda Editorial: Cuenticolor