La honestidad en los exámenes, la mejor decisión

En el momento de resolver los ejercicios de los exámenes escolares, muchas veces, los estudiantes, por diversos motivos, cometen fraudes pensando que su mal actuar quedará impune y no tendrá ninguna consecuencia negativa. Reflexionemos al respecto.

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El cero es lo de menos

Cuando el alumno comete fraude, llevar el puntaje «cero» o recibir cualquier otro tipo de amonestación es lo menos importante en este caso. Lo realmente importante son las consecuencias negativas que irán naciendo en él. Como por ejemplo, la falta de confianza en uno mismo y sentirse incapaz de resolver situaciones acertadamente.

Fraude es fraude

Solemos escuchar a los alumnos discutir sobre si su mal actuar fue o no fraude. Existen varias formas de cometerlos en los exámenes, cualquiera sea la manera, sigue siendo fraude. Mirar la hoja de otro alumno durante el examen, los famosos «copiatines», las «consultas» orales, entre otras miles más, siguen siendo trampas.

Sanciones de los padres, del colegio, expulsión del colegio, registro de su mala actitud que se registrará en su ficha personal. Comentarios e imagen negativa serán algunas de las consecuencias que tendrán que estar dispuestos a soportar por no hacer lo correcto: ser responsables y estudiar.

Consecuencias a largo plazo

Los alumnos que son descubiertos en reiteradas oportunidades y que han incorporado en su forma de vida académica el fraude, a largo plazo:

Ya no podrán diferenciar lo correcto de lo incorrecto.

Serán malos profesionales.

Antepondrán sus intereses al de los demás.

Buscarán su beneficio sin importar el costo y las consecuencias del mismo.

Perderán credibilidad ante los demás.

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