La faraona se maquilla

La restauración ha devuelto el aspecto original a la tumba de Nefertari, considerada la Capilla Sixtina del arte egipcio.

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Nefertari fue la esposa preferida de Ramses II y quedó inmortalizada con todos los honores de reina. Junto a ella suelen aparecer dibujos de objetos de su linaje, como el senef (ajedrez egipcio). A ninguna de las esposas, el faraón la amó tanto como a ella. Decidió darle un regalo único: los frescos del Valle de las Reinas.

Por la belleza de sus colores y la calidad de los materiales empleados los expertos consideran que la tumba es una obra maestra del arte pictórico. Desde hace 38 siglos las pinturas realizadas sobre roca con goma arábiga pigmentada permanecieron inalteradas desafiando el paso del tiempo. La fama obtenida por las obras atrajo a miles de turistas que llenaban día tras día la pequeña tumba; pronto la goma arábiga comenzó a despegarse y la faraona perdió su natural color. El gobierno decidió cerrar la tumba.

Los trabajos de restauración han costado 4 millones de dólares y siete años de trabajo. Para llevarlo a cabo se utilizaron rayos ultravioleta que detectaban las grietas y descascaramientos y se cubrieron las partes más delicadas con tiras de papel de arroz que absorben las sales.

La sepultura consta de varias galerías y aposentos excavados en la roca viva. Una escalera de 18 peldaños baja hasta la antecámara. Existe otra cámara de mayor tamaño adornada con cuatro pilares centrales, que debió ser el lugar para depositar el sarcófago real, que fue saqueado.

Pero, lo más destacado son las pinturas al fresco, que representan escenas de la vida familiar y privada de la reina, de una indescriptible belleza.
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