La evaluación y la diversidad de sus funciones (1ª parte)

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Lic. María I. Bordas S.

"La evaluación desempeña diversas funciones…".

La evaluación puede estar también al servicio de la comprensión y, por consiguiente, de la formación. La evalua­ción permite conocer cómo se ha realizado el aprendizaje (Santos Guerra, 1990). De ahí se puede derivar una toma de decisiones racional y beneficiosa para el nuevo proceso. La evaluación formativa se realiza durante el proceso (no sólo está atenta a los resultados) y permite la retroalimenta­ción de la práctica.

Stake (1981) compara la evaluación formativa con las pruebas que realiza un cocinero cuando prepara en la coci­na la sopa. El probar le permite modificar los componentes y las proporciones de los mismos. Es una valoración del proceso, que puede ser rectificado sobre la marcha. (Stake añade que cuando se cierra la cocina, se sirve la sopa al cliente y éste la prueba, ya no tiene posibilidad el cocinero de modificación. Se ha evaluado un producto de forma sumativa... ).

"La evaluación desempeña diversas fun­ciones, es decir, sirve a múltiples objetivos, no sólo para el sujeto evaluado, sino de cara al profesor, a la institución escolar, a la familia y al sistema social. Su utilidad más llamativa no es, precisamente, la pedagógica pues el hecho de evaluar no surge en la educación co­mo una necesidad de conocimiento del alumno y de los procesos educativos" (Gimeno Sacristán, 1992).

Según Santos Guerra, 2004 esta diversidad de funciones (diez en total) introduce contradicciones y genera exigencias. De lo que se trata, desde el punto de vista pedagógico, es que predominen las vertientes más educativas. La reflexión sobre la forma de evaluar ha de estar orientada en esta dirección, no tanto en la meramente tecnicista.

La evaluación como diagnóstico

La evaluación permite saber cuál es el estado cognoscitivo y actitudinal de los niños. Este diagnóstico permitirá ajustar la acción a las características de los alumnos, a su peculiar situación. El diagnóstico es una radiografía que facilitará el aprendizaje significativo y relevante, ya que parte del conocimiento de la situación previa y de las actitudes y expectativas de los alumnos.

El diagnóstico inicial permite saber de qué punto se parte, cuáles son los conocimientos previos de los alumnos, qué tipo de concepciones tienen sobre la ciencia, la escue­la y el aprendizaje. Este diagnóstico inicial es imprescindible para que el profesor pueda propiciar un aprendizaje que sea relevante y significativo para los alumnos.

La evaluación como selección

La evaluación permite al sistema educativo seleccionar a los estudiantes mediante la gama de calificaciones, la es­cuela va clasificando a los alumnos. Unos son eliminados porque no llegan a unos mínimos. Otros van situándose en puestos de diferente categoría según la clasificación. Esto es así, mal que le pese al profesor. En muchos momentos el sistema actúa tomando como referencia las calificaciones escolares: la elección de carrera universitaria, la elección de puesto de trabajo, la demanda de becas y ayudas...

Esta selección se realiza en la EEB, aunque de forma peculiar: despierta expectativas en los padres sobre el porvenir de sus hijos, sienta las bases para el éxito posterior, distribuye elogios a los niños, contrasta resultados... En este nivel empieza a funcionar la comparación selectiva.

La evaluación como jerarquización 

No es casual que el único evaluado en el sistema educativo sea el que ocupa el último lugar en la escala jerárquica: el alumno. De ahí la necesidad de reflexionar para que ese proceso no sea utilizado como un recurso opresor, sino de ayuda.

La capacidad de decidir qué es evaluable, cómo ha de ser evaluado y qué es lo que tiene éxito en la evaluación confiere un poder al profesor. Un poder real, no siempre moral.

Lo cierto es que la evaluación opera como un mecanismo de control. El profesor se relaciona con el alumno a través de un elemento mediacional que es la capacidad para deci­dir. Aun en el caso de que el profesor renuncie a ese poder, le queda al alumno la sospecha de que pueda asumirlo de nuevo. La evaluación articula la relación en torno a la ca­pacidad de decisión. El control se ejerce a través del po­der de los informes, de la capacidad de aprobar y suspender, elogiar y sancionar.

PARA REFLEXIONAR: "La evaluación permite poner sobre el tapete nuestras concepciones de sociedad, de escuela, sobre la educación, sobre la tarea de los profesionales…". Dr. Miguel Ángel Santos Guerra.
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