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• Saluda con amabilidad.
• Ofrece el asiento a las personas mayores, embarazadas o con bebé en el colectivo.
• No responde mal a los pedidos que se le hace, sino que trata de realizarlos de la mejor manera.
• Evita las palabras vulgares (groserías).
• Son parte de su vocabulario cotidiano: “permiso”, “gracias” y “por favor”.
• Se ofrece para ayudar en la escuela y en la casa.
• Comparte con sus amigos y compañeros.
El adulto cortés
• Tiene siempre una palabra amable para animar a los demás.
• Posee sonrisa fácil. Aunque tenga muchos problemas, trata de no reflejarlos en su rostro ni aturdir a los que le rodean con historias tristes.
• Está dispuesto a colaborar en todo lo que pueda.
• Es lento para enojarse pero rápido para disculpar y pedir disculpas. Minimiza los defectos ajenos y maximiza las virtudes.
• Agradece hasta los más pequeños favores.
• No es hipócrita, pero considera que no es necesario demostrar que alguien no le simpatiza, sino tratar de encontrar algún aspecto que le agrade de los otros.
• Se divierte sin ser escandaloso. No se permite hacer burlas ni aprueba las ridiculizaciones que realizan los demás.