La construcción del respeto

Que a los padres les corresponda ser padres y no confusos amigos de sus hijos, no quiere decir que la relación deba ser fría, distante o rigurosa. Todo lo contrario. Los padres deben enseñar a amar y eso requiere contacto, cercanía confianza, respeto.

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Honrar la asimetría y dotarla de esos atributos es parte de la vigencia paterna y materna del vínculo, constituye parte del aprendizaje de los adultos en esta relación; parte de la profunda y extraordinaria exploración existencial que se inicia con la llegada de un hijo a nuestras vidas. Los padres «amigos» suelen terminar por ser padres cómplices (en los aspectos más inofensivos y más peligrosos de la palabra).

Los padres que fortalecen y nutren de sentido a su lugar de adultos en la relación ganan en credibilidad, en autoridad y respeto. No necesitan que otros adultos (escuela, terapeutas, consejeros, funcionarios o policías) «pongan en orden» el vínculo que perdió su brújula.

Los modelos vinculares claros estimulan el crecimiento emocional, afectivo e intelectual de los hijos, los ayudan a ser mejores ciudadanos del mundo y a establecer relaciones fecundantes con los demás.

Otra vez hay que decir que no existen escuelas a las que los padres puedan concurrir para aprender esto. Estas materias se estudian y se rinden en la universidad de la vida, tomando decisiones y haciéndose cargo de las mismas, mirando a los hijos y tratándolos con respeto y amor, con suavidad y con firmeza.

Aquí cabe puntualizar que este tipo de actitud no debería ser condicional. No deberíamos ser cuidadosos, respetuosos, gentiles, amables, contemplativos solo con quienes, a cambio lo son con nosotros, Ni tampoco con aquellos con quienes esperamos obtener algo o con aquellos de quienes ya obtuvimos. Esa actitud terminaría por convertir a los vínculos en simples transacciones. Con quien menos cabe esto es con los chicos, escucharlos, «quererlos», comprarles lo que piden, llevarlos a donde demandan, entre otros, a cambio de una conducta, a cambio de una promesa, de un logro o un comportamiento no es educarlos, es transar; modelo vincular de «operaciones contables», tan nocivos para las relaciones humanas.

Recuerda

Mientras educamos a nuestros hijos con nuestras conductas, podemos mejorar el mundo.

Actividad.

.Analiza el vínculo que mantienes con tus hijos y de acuerdo a ello modifica aquellas cuestiones que así lo ameriten conforme a las recomendaciones dadas.

Fuente

Quien educa a nuestros hijos. Sergio Sinay. Bs. As. 2012.

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