Karãu (2)

Seguimos disfrutando de este entretenido relato.

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Una noche bailaba un chopí, danza tradicional, con una agraciada muchacha a quien venía cortejando hacía meses.

La fiesta se encontraba en su apogeo y él estaba entusiasmado bailando con la buena moza, cuando un amigo le vino a avisar:

—A tu mamá le dio un ataque. Te manda llamar. (Así hablaban).

Cuando él salió del rancho, su mamá estaba muy bien, así que supuso que era una treta del amigo para quedarse con su pareja, y contestó sonriendo:

— ¿Qué le vamos a hacer? ¡Hay tiempo para llorar!

Y continuó bailando y bailando con más energía que antes, parando solo para tomar unos tragos de caña y seguir bailando después.

El que le había dado el primer aviso se acercó de nuevo y le dijo:

—Tu mamá «ko» se está muriendo y te manda llamar.

—Este me quiere sacar la pareja a toda costa.

—Pensó el bailarín, y respondió: —Y bueno, ¡qué le vamos a hacer! ¡Hay tiempo para llorar!

Y alejándose del inoportuno, atacó ágilmente una galopa, como para sacarse de encima el pensamiento que el otro le quería meter en la cabeza.

Cerca de la medianoche, el mismo de antes, se atrevió a desafiar el posible malhumor que podía manifestar el farrista, pero la cosa era grave. Y le anunció:

—Tu mamá se murió, che ra’a.

Ahí dejó de bailar el bailarín. Eso ya no podía ser un truco ni una broma de mal gusto. Se puso todo blanco y un escalofrío le recorrió el cuerpo desde la cabeza a la punta de los pies.

Mudo de horror y vergüenza abandonó la fiesta a la carrera, metiéndole espuelas a su montado y haciéndole cruzar un estero para acortar camino.

Con las lluvias que habían caído hacía poco, el estero se había convertido en una inmensa laguna, que lo recibió con el canto — ¿o el llanto?— de miles de ranas y alimañas que habitaban en los pirizales y camalotales.

Luego de avanzar un trecho, el caballo se enredó con los yuyos que había bajo el agua y cayó de panza.

Intentó incorporarse, pero resbaló una y otra vez y, aunque avanzó un poco, luego comenzó a hundirse en el barro del fondo. ¡Había caído en un tembladeral!

Sobre el libro

Adaptación: Raúl Silva Alonso

Título: Karãu

Editorial: El Lector

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