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Pasos para comprender y comentar un poema
Paso 1
1. Lee varias veces el poema detenidamente.
2. Anota al lado de cada verso el sentido, lo que quiere decir, ya sea literalmente (así como está escrito) o connotativamente (lo que quiere que se entienda).
3. Ubica el poema en su contexto literario: la época en que escribió el autor, la escuela literaria a la que pertenece.
4. Identifica cómo habla el «yo poético», qué emociones expresa.
5. Identifica el tema del poema.
6. Analiza la métrica, si tiene rima, si es perfecta o consonante, imperfecta (asonante), o tiene versos libres.
7. Identifica otros subtemas presentes en el poema.
8. Identifica los recursos literarios que utiliza e intenta descubrir por qué y qué efecto pretenden lograr en el lector esos recursos.
Paso 2
Empieza a escribir el comentario. Organiza tu texto en tres partes:
1. En el primer y segundo párrafos comenta la estructura interna: los temas, lo que dice y cómo lo dice. A quién se dirige el poema, cuál es el tono (irónico, amoroso, triste, entre otros). Qué clase de recursos literarios (metáforas, comparaciones, ironías, epítetos, personificaciones, adjetivaciones, entre otros) utiliza para expresar sus sentimientos.
2. En el tercer párrafo comenta la estructura externa: el número de estrofas en que se divide, la sílaba métrica que emplea, el tipo de rima, las repeticiones, entre otros.
3. En el cuarto párrafo explica la relación del título con el poema y de qué manera refleja el tema. Lo que sepas del autor y de su movimiento.
4. En el quinto y último párrafo concluye con tu valoración personal del poema. Lo que te resultó llamativo del poema.
Paso 3
Revisa tu trabajo: la escritura de las palabras y la acentuación, si dice lo que quieres expresar si es claro y coherente.
Ejercicio 1
Cada uno elige el texto que prefiera para realizar el comentario poético.
Texto 1
La primavera besaba
La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
***
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
***
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
***
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
Ejercicio 2
Aprende el poema de memoria para poder recitar el Día de la Primavera.
- Repite y escribe en otra hoja los versos en la medida en que se vayan aprendiendo.
- Una vez que hayas aprendido, ensaya poniendo mucha intensidad, una entonación alta en los versos que demuestren alegría, victoria, rabia, dolor, entre otros. Eso se puede señalar con una marca sobre esos versos.
- Coloca el mismo signo, pero al revés y debajo de los versos, si estos sugieren melancolía, ternura, pensamientos profundos.
- Ejercita la buena dicción sosteniendo un lápiz o un corcho entre los dientes mientras se lee. (Demóstenes, un gran orador griego, colocaba piedras en su boca para ejercitarse). También puedes abrir la boca y moverla rápidamente de un lado a otro.
- Por último, practica frente al espejo o frente a un amigo. Trata de acompañar con gestos moderados toda tu expresión. Que tu cuerpo diga lo que expresa la boca.
Texto 2
Doña Primavera
Doña Primavera
viste que es primor,
de blanco, tal como
limonero en flor.
Lleva por sandalias
unas anchas hojas
y por caravanas
unas fucsias rojas.
¡Salid a encontrarla
por esos caminos!
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera,
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a entenderlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a entenderlas
junto a las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las hondas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño
y de abnegación.
Gabriela Mistral
Texto 3
Canción de otoño en primavera (Fragmento)
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
(…)
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Más a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
Rubén Darío
Fuentes
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