Hacemos nuestro mundo

Todo tipo de hechos así como las actitudes y conductas, de manera silenciosa, van educando diariamente a nuestros hijos en valores.

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Si se trata de actitudes que orientan hacia una vida con sentido, si los convierten en seres que portan el germen de las acciones morales, si se nutren de aquello que los hará mejores personas en un mundo mejor, esa educación será un cimiento sólido y perdurable. Si ha ocurrido lo contrario, no se le puede pedir a la escuela que llene los espacios en blanco.

Sin duda habrá docentes que, a título personal y en casos específicos, podrán reparar esto en algunos alumnos, pero esa no será, ni puede ser, tarea o política escolar.

Cuando un chico ingresa a la educación formal, lleva encima y adentro cinco años de educación cotidiana, vivencial e intensa en cuanto a valores. Quizás por esto, un efecto importante y multiplicador que provoca en nosotros el hecho de convertirnos en padres es de preguntarnos con honestidad, con detenimiento y con voluntad de explorar un sentido en la respuesta, cuál es nuestra escala de valores y cómo estamos viviéndolos.

Lo que respondamos no tendrá que ver solo con nuestras vidas sino con aquellas que creamos o incorporamos a nuestro escenario existencial. Vidas, no lo olvidemos, ante las cuales somos responsables.

Es importante que dejemos de preguntarnos, consternarnos, en qué clase de mundo vivimos y que comprendamos que habitamos el mundo que creamos o el que no cuestionamos con acciones transformadoras, que convalidamos con nuestras elecciones y acciones, o el que fortalecemos con nuestras actitudes o, por fin, el que ayudamos a reproducir cuando, como padres, cumplimos funciones educativas.

La esperanza es hija de un proceso dinámico. Si bien la palabra proviene de esperar, no lograremos mucho con una espera pasiva. Como padres que aspiran a una humanidad mejor, podemos ser artífices de una esperanza activa.

Recuerda

Somos responsables del mundo en que vivimos. Si estamos conformes con él haremos mucho para continuarlos a través de nuestros hijos. Si creemos que merece una transformación, podremos también contribuir a ella a través de nuestro rol de educadores.

Actividad.

Contesta.

a. ¿Crías a tus hijos en valores o esperas que los haga la escuela?

b. ¿Fomentamos en nuestros niños la modificación de su entorno para mejorarlo?

Fuente

¿Quién educa a nuestros hijos? Sergio Sinay. Bs As. 2012.

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