Cargando...
En el aspecto cultural: por su vida, actuación y obra, ha sido considerado como el iniciador del romanticismo paraguayo. Aparte de lo que evidencia la letra de sus escritos puede afirmarse que era temperamentalmente romántico. Con ese espíritu llegó a la presidencia de la República (1862) y continuó durante la guerra contra la Triple Alianza (1864-1870). Además de los idiomas nativos, incluyendo el guaraní, en el que era diserto, dominaba el francés y el inglés. A su indicación se debe la traducción de Graziella de Lamartine, efectuada por Natalicio Talavera. Menciona el coronel Juan Crisóstomo Centurión en sus Memorias que en pleno fragor bélico y en los raros momentos de descanso, el Mariscal se entretenía con la lectura de El genio del Cristianismo de Chateaubriand. Intentó proseguir la tarea cultural emprendida por su padre y de la cual hay abundantes pruebas en el Semanario (1852-1868), vocero oficial del gobierno, pero las circunstancias de aquella contienda se lo impidieron. Durante su mandato el denominado «periodismo de guerra», a través de la publicación ya mencionada, más El Centinela, Cabichuí, Cacique Lambaré y La Estrella, siguieron ofreciéndose piezas literarias firmadas por algunos de los que habían integrado la Academia Literaria, el Aula de Filosofía y la Escuela Normal. El estilo del Mariscal, en particular el de sus arengas, contiene los elementos propios de la figura romántica, acentuada por el hecho de morir con las armas en la mano ante el triunfo de la invasión extranjera. Sus últimas palabras fueron: «¡Muero con mi Patria!».
El mariscal Francisco Solano López fue, es y será siempre un excelso exponente de la cultura paraguaya y ha sido inspiración poética de varios literatos nuestros de todos los tiempos. A continuación te proponemos el estudio de un bello poema dirigido a su representativa imagen de potente personalidad.
El mariscal Francisco Solano López
Hugo Rodríguez Alcalá
Aun desde el mismo reino de la muerte
nos intimida su mirar sombrío,
nos arrebata su pasión, nos quema
la llamarada de su verbo ardiente.
Otros guerreros célebres crecieron
agigantándose de triunfo en triunfo:
el éxito los hizo como dioses.
El creció en la derrota, en la desgracia,
y tras cada desastre, su alma invicta
templó en el fuego del dolor su acero,
se agigantó en la adversidad del sino.
La gloria misma, al coronar su frente,
se la ciñó en laurel bañado en sangre
y erizado de espinas. Su diadema,
para ser inmortal, radiante y única,
cristalizó en bermeja pedrería,
en el rojo color de la bandera
cuyos jirones fueron su mortaja.
Actividad
1. Con las palabras del poema que hayamos encontrado interesantes por su fuerte contenido metafórico, preparamos un glosario que acompañará a esta versión poética.
2. Extraemos algunas expresiones del poema y las explicamos con vocabulario propio. Te sugerimos algunos ejemplos de la primera estrofa.
• Aun desde el mismo reino de la muerte. Particular evocación de una persona ya fallecida.
• Nos intimida su mirar sombrío. Esa mirada profunda, melancólica, escudriñadora, característica de las personas inteligentes, brillantes, sobrecoge al que contempla la representación gráfica que se conserva del mariscal Francisco Solano López.
• Nos arrebata su pasión. El autor del poema nos dice que quienes hayan conocido su vida, su actuación y su obra y que conocen con qué fruición, con qué empeño, con qué convicción llevó a cabo todos sus proyectos, se sienten contagiados de esa fuerza arrolladora.
• Nos quema la llamarada de su verbo ardiente. Con la fuerza significativa del verbo empleado, el autor nos revela la alta cultura que adorna la figura del mariscal, fundamentalmente, su «decir literario» representado en la palabra «verbo» como sinónimo de «palabra, discurso, expresión, mensaje».
3. Copiamos las metáforas presentes en el poema y explicamos su razón significativa según lo registra la historia paraguaya.