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Lic. Maribel Bordas
UN BARCO A LA DERIVA
Toda actividad educativa realizada y no evaluada es como un barco a la deriva. Con la evaluación, se cierra el círculo del proceso enseñanza-aprendizaje, volviendo a su punto de partida, que son los objetivos.
Un barco a la deriva es aquel que, partiendo de un puerto va navegando, sin destino fijo, ya sea por pérdida del timonel o rotura del timón, o por otras circunstancias adversas a los fines propuestos por aquellos que lo zarparon.
¿Volverá a su puerto? ¡Quién sabe! ¿Logrará sus fines? ¡Dudoso! Y seguirá bogando, teniendo por las noches las estrellas, mudas y lejanas; y de día, los rayos del sol calcinantes en el sur, y los vientos helados en el norte.
El proceso de enseñanza-aprendizaje parte de un puerto seguro: los objetivos, y luego de transitar por donde fuere, con un buen timón la ética y la estética en la profesión y un timonel seguro y firme el docente debe volver a su puerto con el triunfo de los logros, medidos por la evaluación.
Sin la evaluación, el proceso enseñanza-aprendizaje sería como un barco a la deriva, dependiendo de su suerte. A veces, puede encontrar una isla encantada, y otras veces, unas cálidas costas donde posar sus anclas. Solo el destino se encargará de hacer cumplir sus objetivos, y no siempre en su totalidad.
Así, cuando no se evalúan las actividades educativas nacidas de unos objetivos precisos, no se podrá saber si estos objetivos fueron logrados o pueden ser logrados en un futuro, y el esfuerzo, la dedicación y la ciencia del docente se verán menospreciados, por más sinceros y auténticos que fueren sus sentimientos de solidaridad y de humanismo.
La evaluación educativa se asemeja al barco que vuelve a su puerto de partida. Zarpa con el proceso de enseñanza-aprendizaje de un puerto seguro, los objetivos, y luego de transitar por distintas actividades , vuelve a su puerto con los logros conquistados en nombre de estos objetivos.
Prof.-MST. Deolinda Florentín
Posgrado Rectorado UNA
Oración reflexiva de una evaluadora hacia sus colegas docentes.
Señor: Por sobre toda evaluación estas tú. Tú que eres el único y verdadero maestro
Concédeme la gracia de ser a ejemplo tuyo:
Maestra para mis alumnos, y colega a quienes debo asesorar.
Haz que yo sepa con mi vida, orientarlos en la libertad y con sabiduría capacitarlos para un auténtico compromiso hacia los demás.
Haz que yo sea capaz de hablarles de ti y de enseñarles cómo hablar contigo, y que la verdadera evaluación nos conduzca siempre más a ti.
Haz que ellos se den cuenta de que son amados y de que yo solo busco su verdadero bien.
Haz que mi amistad contigo sea la fuente de mi amistad con ellos.
Jesús maestro, gracias por haberme llamado a esta misión, noble, justa y emblemática. Amén.
UN BARCO A LA DERIVA
Toda actividad educativa realizada y no evaluada es como un barco a la deriva. Con la evaluación, se cierra el círculo del proceso enseñanza-aprendizaje, volviendo a su punto de partida, que son los objetivos.
Un barco a la deriva es aquel que, partiendo de un puerto va navegando, sin destino fijo, ya sea por pérdida del timonel o rotura del timón, o por otras circunstancias adversas a los fines propuestos por aquellos que lo zarparon.
¿Volverá a su puerto? ¡Quién sabe! ¿Logrará sus fines? ¡Dudoso! Y seguirá bogando, teniendo por las noches las estrellas, mudas y lejanas; y de día, los rayos del sol calcinantes en el sur, y los vientos helados en el norte.
El proceso de enseñanza-aprendizaje parte de un puerto seguro: los objetivos, y luego de transitar por donde fuere, con un buen timón la ética y la estética en la profesión y un timonel seguro y firme el docente debe volver a su puerto con el triunfo de los logros, medidos por la evaluación.
Sin la evaluación, el proceso enseñanza-aprendizaje sería como un barco a la deriva, dependiendo de su suerte. A veces, puede encontrar una isla encantada, y otras veces, unas cálidas costas donde posar sus anclas. Solo el destino se encargará de hacer cumplir sus objetivos, y no siempre en su totalidad.
Así, cuando no se evalúan las actividades educativas nacidas de unos objetivos precisos, no se podrá saber si estos objetivos fueron logrados o pueden ser logrados en un futuro, y el esfuerzo, la dedicación y la ciencia del docente se verán menospreciados, por más sinceros y auténticos que fueren sus sentimientos de solidaridad y de humanismo.
La evaluación educativa se asemeja al barco que vuelve a su puerto de partida. Zarpa con el proceso de enseñanza-aprendizaje de un puerto seguro, los objetivos, y luego de transitar por distintas actividades , vuelve a su puerto con los logros conquistados en nombre de estos objetivos.
Prof.-MST. Deolinda Florentín
Posgrado Rectorado UNA
Oración reflexiva de una evaluadora hacia sus colegas docentes.
Señor: Por sobre toda evaluación estas tú. Tú que eres el único y verdadero maestro
Concédeme la gracia de ser a ejemplo tuyo:
Maestra para mis alumnos, y colega a quienes debo asesorar.
Haz que yo sepa con mi vida, orientarlos en la libertad y con sabiduría capacitarlos para un auténtico compromiso hacia los demás.
Haz que yo sea capaz de hablarles de ti y de enseñarles cómo hablar contigo, y que la verdadera evaluación nos conduzca siempre más a ti.
Haz que ellos se den cuenta de que son amados y de que yo solo busco su verdadero bien.
Haz que mi amistad contigo sea la fuente de mi amistad con ellos.
Jesús maestro, gracias por haberme llamado a esta misión, noble, justa y emblemática. Amén.