Las imágenes fueron tomadas por la sonda internacional Hinode (Amanecer, en japonés), antes conocida como Solar B, que fue lanzada en 2006 para estudiar el campo magnético del Sol. Estas observaciones ininterrumpidas de alta resolución del Sol tendrán un impacto sobre la física solar comparable al del telescopio Hubble sobre la astronomía, según la NASA. Por primera vez, somos capaces de distinguir (a través de las imágenes) pequeños gránulos de gas caliente que suben y bajan en la atmósfera magnética del Sol. Estas imágenes abrirán una nueva era de estudio sobre algunos de los procesos del Sol que afectan a la Tierra, los astronautas, los satélites en órbita y el sistema solar. La sonda lleva a bordo tres instrumentos que le permiten analizar las diferentes capas del Sol: el telescopio solar óptico, el telescopio de rayos-X y el espectrógrafo de imágenes en el ultravioleta extremo.
Mediante la coordinación de las medidas registradas por los tres instrumentos, Hinode muestra cómo los cambios en la estructura del campo magnético y la emisión de energía magnética en la atmósfera baja se extienden por la corona y el espacio interplanetario para crear el clima espacial.
Todos los cuerpos absorben o reflejan radiaciones en cierta proporción. Un planeta como la Tierra, que no es una fuente primaria de radiación como lo son las estrellas, devuelve al espacio un cierto porcentaje de la radiación que recibe del Sol. Evidentemente, si la Tierra está en equilibrio térmico, la energía que recibe y la que reemite es la misma, pues de lo contrario, durante un periodo largo de tiempo se calentaría o se enfriaría. El efecto invernadero de la Tierra aumentado por las actividades humanas está produciendo un calentamiento global del planeta. Un 30% de la energía que entra a la atmósfera proveniente del Sol es reflejada de vuelta al espacio como radiación infrarroja de mayor longitud de onda. Esto también explica el calentamiento global observado en otros planetas del sistema solar, como Venus, Marte, Júpiter, Saturno y algunos satélites que circundan a los planetas gaseosos.
Sin embargo, es interesante notar que hay una pequeñísima cantidad de radiación electromagnética emitida por la Tierra hacia el espacio exterior, que lleva precisamente el sello inconfundible de seres inteligentes tecnológicamente avanzados. Esas son las señales de radio y televisión comercial, que comenzaron hace un poco más de 50 años. A la fecha se han expandido por el espacio y ahora el frente de onda está al menos a una distancia de unos 50 años luz de la Tierra.
En el estudio de las eras geológicas se pueden observar grandes fluctuaciones en la temperatura global de la Tierra a través de millones de años. En algunas eras la superficie estaba superrecalentada y en otras había sequía, lluvias interminables y avance de glaciares. No sabemos hasta qué punto continuará la variabilidad positiva en la temperatura de la Tierra, quizás alcancemos valores semejantes a las de otras eras, pero no tenemos seguridad de ello.
Infrarrojo
La radiación infrarroja comprende fotones cuya longitud de onda va de los 700 nanómetros (siete diezmilésimas de milímetro) hasta 1 milímetro. La superficie de planetas como Mercurio, Venus, Tierra y Marte absorben la radiación visible proveniente del Sol y posteriormente la reemiten pero en el infrarrojo. En la Tierra y en Venus, los gases de la atmósfera, como vapor de agua y dióxido de carbono, absorben este componente infrarrojo y la reirradian en todas direcciones. En la Tierra provocan un efecto invernadero moderado, en Venus uno aumentado, que causa la alta temperatura global de ese planeta.
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Protocolo de Kyoto
No esperemos que la implementación del Protocolo de Kyoto resuelva el problema del calentamiento global, pues la concentración de gases forzadores del calor en la atmósfera terrestre no mantiene una relación con la contaminación y el aumento de la temperatura de la Troposfera de la Tierra. Aunque reduzcamos al mínimo la emisión de CO2, tal vez las tormentas solares nos hagan una mala jugada...
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