El sacristán de Villarrica (3)

¡Pobre Pa´i José! ¿Qué pasará con él? Para averiguarlo, sigamos leyendo con mucha atención.

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Ya se veía encadenado, metido en un cepo, torturado, enmohecido años y años en un calabozo para morir de hambre o terribles enfermedades, viejo y en terribles y oscuras soledades.

A fuerza de pensar y pensar, decidió que la única solución para él sería la muerte, que lo libraría de todos los tormentos y horrores de la cárcel.

Pero no se crean que Pa'i José tenía pasta de suicida. No. Más bien tenía pasta de héroe, como se verá.

Se dirigió a la máxima autoridad de la villa, un señor Careaga, a pedirle un pasaporte que —en esa época— era necesario para trasladarse de un pueblo a otro, y pa’i José iba a Asunción: la capital.

—Vengo para que me dé un pasaporte. Me llevan a la capital asuntos de la patria.

Era algo insólito el viaje de un sacristán en vísperas de rendir cuentas. Pero Pa’i José porfió y porfió, convenciendo al señor Careaga al decirle que, de no dárselo, incurriría ante una responsabilidad terrible ante el dictador.

Como en todas las épocas, esta mención fue decisiva y Pa’i José tuvo su pasaporte, con el que se dirigió a Asunción montado en un manso burrito con su ropa de repuesto liada a la cintura y un hatillo de provisiones.

A los pocos días de su partida llegó a las puertas de Asunción, a un lugar llamado Samu’u pere, donde pernoctó.

Al día siguiente, se vistió con lo mejor que tenía y se presentó a la Casa de Gobierno.

Eran tan raras las venidas de este tipo de mensajeros del interior, que el oficial de guardia, benévolamente, lo dejó pasar junto al dictador, que se paseaba por el jardín de la casa.

Se descubrió la cabeza a seis pasos de distancia del dictador y echó su sombrero al suelo, se cuadró lo más militarmente que pudo y soltó las palabras que había preparado durante todo el camino:

—Excelentísimo señor: soy el sacristán de Villarrica y vengo para que me fusilen.

Vocabulario. (Definiciones de la Real Academia Española)

Porfiar. Disputar y altercar obstinadamente y con tenacidad.

Manso. Dicho de un animal: Que no es bravo.

Pernoctar. Pasar la noche en determinado lugar, especialmente fuera del propio domicilio.

Cuadrar. Adoptar la postura de firmes.

Sobre el libro

Título: El sacristán de Villarrica

Adaptación: Raúl Silva Alonso

Editorial: El Lector

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