El maestro de Piribebuy

En 1850, las aulas de la escuela La Patria funcionaban en la actual sede del museo de Villarrica. De aquí salió el maestro Fermín López con un grupo de escolares para defender la causa nacional en tiempos de la Guerra de la Triple Alianza en agosto de 1869.

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¿Quién era aquel hombre por quien sus diminutos soldados sentían tanto amor? Sus cabellos blancos, su cuerpo enflaquecido, revelaban sus privaciones tremendas. Mandaba dos batallones de muchachos de doce a catorce años.

Era sargento mayor, pero todos le llamaban «Maestro Fermín». De tal modo tenía los hábitos del verdadero maestro que solía llamar «reducto-escuela» al sitio que ocupaban sus batallones infantiles. Cumplidas las faenas del servicio, los pequeños guerreros depositaban sus fusiles al pie del baluarte, y se sentaban en hileras en el suelo para escuchar las lecciones de su jefe. Y el maestro Fermín les hablaba, recordándoles los episodios culminantes de la historia nacional, sus luchas por la libertad. Al terminar estas clases, los niños se ponían de pie y cantaban las estrofas del himno.

La tarde antes del ataque se realizó la última clase en la trinchera. Esta vez, el maestro Fermín habló a sus alumnos soldados del sagrado deber de morir en defensa de la patria antes que sufrir la dominación extranjera. Terminó recordándoles las palabras del Himno Nacional aprendidas en el hogar, repetidas después en el aula y, ahora, en los campos de batalla como un compromiso de honor y sacrificio.

Cada estrofa era comentada por el maestro, en medio de la emoción de los soldaditos.

Al día siguiente, al amanecer, partieron de reducto los primeros vivas a la patria en medio de las dianas. Y allí fue también lo más encarnizado de la batalla. El maestro Fermín tuvo que resistir los más recios ataques.

Herido desde el principio de la lucha, vio caer, uno tras otro, a sus pequeños soldados.

Aquellos niños sublimes habían aprendido las lecciones del maestro y sabían cumplir el juramento del himno: ¡morir!, ¡morir!, ¡morir!

Cuando tras el último rechazo, los asaltantes se preparaban para el ataque decisivo, el maestro Fermín se desplomó como una torre herida por el rayo. Casi no le quedaba sangre. Se había mantenido en pie hasta ese instante, por un esfuerzo sobrehumano. Había sido el alma de la desesperada resistencia.

Después, las sombras de la muerte cayeron sobre su alma.

Sobre el libro

Título: Antología de la literatura infanto-juvenil paraguaya Adaptación: María Luisa Artecona de Thompson Editorial: Centro Editorial Paraguayo SRL

Actividades

1. Comenta tu apreciación personal sobre la obra leída.

2. Enumera las maneras en las que se pueden retribuir el sacrificio de estos compatriotas.

3. Cita las características del maestro Fermín López.

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