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Más tarde citó al mono y le dijo:
-Como vos sos divertido vas ocuparte de distraer al enemigo con tus monerías.
Luego citó al elefante y le dijo:
-Como vos sos muy fuerte y grandote, vas a ocuparte de cargar las municiones.
Después citó al zorro y le dijo:
-Como vos sos muy astuto vas a ocuparte de trazar la táctica y estrategia de nuestros movimientos.
El zorro muy ansioso por cumplir su misión dijo al león: -Ya he trazado la primera estrategia. Consiste en dejar fuera del ejército a la liebre y al asno. Ella es muy temerosa y él, muy lento.
Pero el león no estuvo de acuerdo y rugió enfurecido:
-¡De ninguna manera! ¡Todos los animales ocuparán una función dentro del ejército!
Acto seguido citó a la liebre y le dijo:
-Como vos sos muy ligera, vas a ser el correo secreto.
Enseguida citó al asno y le dijo:
-Como vos rebuznás muy fuerte, vas a ocuparte de despertar a los soldados cada mañana.
Y el león siguió citando a los animales y asignándole a cada uno una misión de acuerdo con sus posibilidades.
Y tú, ¿qué piensas del cuento? ¿Lo podemos relacionar con nuestra vida diaria?
EL ADIVINO
-¡Veo todo en esta bola de cristal! ¡Tengo poderes para adivinar el pasado y predecir el futuro! ¡Soy adivino de profesión! ¡Cualquiera puede acercarse y consultar mis poderes si lo desea!
La gente lo miraba maravillada y algunos valientes se acercaban a preguntar por su futuro. Cuando de pronto llegó un hombre bastante alterado que se dirigió al adivino con estas palabras:
-¡Están robando tu casa! ¿No vas a hacer nada para evitarlo?
El adivino se puso muy nervioso, tiró su bola mágica de un manotazo y salió corriendo hacia su casa con cara de sorpresa e indignación, pensando en detener a los ladrones. ¿Cómo es posible?, se preguntaban todos.
¿No decía el adivino que podía ver el pasado y predecir el futuro? ¿No sabía de antemano que le robarían ese día? La última pregunta quedó suspendida en el aire, aunque algunos ya imaginaban una respuesta...
A ti...,¿qué se te ocurre?. ¿Qué poderes tenía el adivino?; ¿qué hacía la gente reunida en la plaza? ¿Qué pasó entonces? ¿Cómo reaccionó el adivino? ¿Por qué crees que reaccionó así? ¿Qué se preguntaba la gente? ¿Cómo responderían tú y tus amigos? ¿Serían reales los poderes del adivino?
EL ZORRO Y EL SAPO
Como aquel día en que se cruzó con don Tito, el sapo, le propuso correr una carrera. Sabía que los sapos nunca pueden correr a la velocidad de un zorro y creía ya ganada la competencia. Lo que no sabía que Tito, el sapo, había urdido un plan para vencerlo. Habiendo reunido a todos los sapos de la laguna, don Tito les pidió que se colocaran a lo largo de la pista de carrera, a un metro entre uno y otro y fingieran correr. El último esperaría en la línea de llegada y simularía cansancio como si hubiera corrido mucho.
La carrera comenzó y don Juan, el zorro, salió disparando hacia la meta... Pero,¡oh sorpresa!, don Tito iba siempre adelante gritando: ¡No me pises!.
Y cuando arribó a la línea de llegada, ¡don Tito, el sapo, ya la había cruzado! El zorro no descubrió la trampa y tardó varios días en calmar su rabia. Y eso sí: lo pensó mucho antes de volver a molestar a los animales de la comarca con sus retos y desafíos injustos.