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Los bosques de nuestro país agonizan y si les prestamos la debida atención, fácilmente podríamos escuchar gritos lacerantes que son emitidos del interior de los bosques. Esta reflexión, y hasta si se quiere fantasía, me surgió cuando tomé contacto con un artículo que leí en internet, con el título: El llanto del palo santo, del portal de Tierraviva.
En el mencionado artículo intervienen periodistas e indígenas del Chaco. La conversación comienza con la intervención de un indígena, quien dice: «Aquel árbol que ves allá es un palo santo (…)». El indígena relata que para hacer los caminos o limpiar los sitios de cultivos o pastar los ganados, la práctica más sencilla es derribar los bosques usando las topadoras que arrancan de raíz como si fueran pequeños arbustos los grandes árboles de samu’ú, coronillos, algarrobos y palo santo (…).
Otro indígena interviene y dice: (…), en una hora se echan cinco hectáreas de bosques. Cuando se debe desmontar un predio, las topadoras trabajan las 24 h, con turnos de 4 h en el volante».
De esta manera, la depredación de los bosques chaqueños fácilmente alcanza más del millón de hectáreas, con un promedio de más de 800 ha por día. Esto equivale a más de 1000 canchas de fútbol, similares al estadio Defensores del Chaco.
¿Sabías que?
Para los indígenas el palo santo es un árbol sagrado, que posee propiedades curativas y espirituales.
Para saber más
Bursera graveolens es el nombre científico del palo santo.
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Fuente: https://bit.ly/2U3GUKc