El ferrocarril y su evolución

Los trabajadores de las minas de Europa descubrieron que los vagones cargados se desplazaban con facilidad si las ruedas eran guiadas por un carril hecho con planchas de metal.

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La Revolución industrial exigió formas más eficaces para transportar las materias primas hasta las fábricas y posteriormente los productos terminados hasta los lugares de distribución. Prof. Eduarda Bordón

La primera vía férrea del mundo se inauguró en 1825 y la primera vía férrea pública fue la que unió Liverpool-Manchester, lo que determinó el éxito comercial, económico y técnico.

Desde la década de 1830, se desarrolló en Europa con rapidez la construcción de vías férreas entre ciudades. La participación del gobierno estaba orientada a impedir la duplicación innecesaria en las rutas más lucrativas y garantizar que los ferrocarriles se expandieran de la mejor forma para el desarrollo económico y social del país del que se trataba.

Los viajes en tren pronto se hicieron populares. Los comerciantes se convencieron de que el transporte de mercaderías por medio del ferrocarril era mejor que el realizado por agua.

Época dorada del ferrocarril

Los continuos avances referentes a tamaño, potencia y velocidad de la locomotora de vapor durante los primeros cien años de historia del ferrocarril ofrecieron resultados impresionantes en los Estados Unidos. En la década de 1920, en los Estados Unidos se impulsó el desarrollo de locomotoras con chasis articulado. Las locomotoras pesaban 500 toneladas y generaban 7.000 a 8.000 caballos de vapor. Los trenes de pasajeros iban a una velocidad de 145 km por hora.

Paralelamente con el desarrollo de la potencia y la velocidad de las locomotoras, los fabricantes entendieron que a los viajeros había que darles comodidad, especialmente en los viajes largos. Se agregaron los coches cama, los coches restaurante y los coches salón. En consecuencia, el mobiliario, el servicio y la cocina de los trenes de largo recorrido justificaron el nombre de "hoteles sobre ruedas".

Nuevas energías

La competencia del transporte por carretera da inicio a la era de la locomotora equipada con motor diésel, lo que hacía que funcionaran sin descanso durante días. Con este principio económico, empezó la decadencia del vapor a favor del desarrollo del diésel y de la electrificación de las líneas.

Un ferrocarril para el tercer milenio

Con toda la experiencia acumulada durante la electrificación de las redes francesas y japonesas de la posguerra, ha desembocado en trenes en los que dominaban la idea de comodidad y alta velocidad.

En Europa, los trenes llegaron a alcanzar una velocidad entre 160 y 200 km por hora entre los núcleos urbanos cercanos, los tres de largo recorrido fueron dotados de aislamiento acústico, aire acondicionado y servicios de teléfono y audiovisuales.

El primer tren bala japonés demostró que las grandes velocidades eran posibles, logró una velocidad de 270 km por hora. En 1990 el ferrocarril alcanzó una velocidad de 515 km por hora.

Hoy, gracias a la informática, se puede controlar y localizar a distancia un tren así como realizar conexiones automáticas de trenes procesando datos sobre velocidad, circulación y otros, transmitidos a una central.

Con la idea de transportar todo tipo de elementos, nace el transporte intermodal, desarrollado a partir de la creación del contenedor, un envase metálico modulado de un tamaño suficiente para adaptar a las diferentes cargas.

En los países desarrollados, estas terminales intermodales tienen un alto grado de mecanización para conseguir que el transbordo de la carga sea un servicio ágil que favorezca el transporte.

El ferrocarril cambió un esquema de vida y favoreció el desarrollo en todos los aspectos de muchos países.
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