El congreso de los sabios tontos

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Primera parte
(Saúl Schkolnik)

Allá en lo más profundo e impenetrable de la selva. Allá donde ningún valiente explorador ha podido jamás llegar. Allá donde los animales tienen su reino... Allá se celebró un congreso.

Habían sido llamados los sabios más famosos de toda la comarca.

Estaban el Mono con lentes gruesos, el Elefante cargado de años, la Lechuza de ojos grandes y la Jirafa muy sabia, porque ve desde arriba todo lo que sucede.

El representante más sabio de cada especie animal había llegado hasta ese congreso.

(Me preguntarás: ¿Por qué se habían reunido tantos sabios animales? Lo habían hecho para discutir la manera de mejorar la vida de los animales que allí vivían).

Cuando todos los sabios estuvieron reunidos, tomó la palabra el Mono sabio y su discurso fue el siguiente:

–Estimados colegas que han llegado desde todo el reino hasta este congreso, que es el más importante, porque yo estoy en él, representando a la conocida, respetada y admirada clase de Monos.

Antes de decir mi proposición, deseo señalar lo siguiente: Los árboles y las plantas son necesarios para la vida de los animales. […] Resumo diciendo que el árbol es uno de los mayores tesoros de la naturaleza.

Es por ello que solicito a este congreso que se planten muchos árboles, para que nosotros los monos podamos vivir mejor. Es importante indicar que no vale la pena que los árboles tengan hojas, pues basta que tengan ramas, para saltar de una a otra, y frutos para comer.

Terminó de hablar el Mono y todos prorrumpieron en grandes aplausos.

Cuando se calmó un poco el ruido, la Jirafa sabia pidió la palabra y, con voz suave y profunda, dijo:

–Admirados colegas: Primero, quiero felicitar al Mono sabio por su claro y brillante discurso. Debo agregar a esto que estoy de acuerdo con que se planten muchos árboles en nuestro reino, para el bien de todos sus animales.

Sin embargo, aunque creo muy justo que los árboles tengan ramas y frutos, pienso que es muchísimo más importante que tengan hojas; hojas que nosotras las jirafas usamos como alimento. Por eso digo yo: plantemos árboles con muchas hojas.

–Más importantes son las ramas y los frutos –interrumpió el Mono.

–Basta con que tengan hojas –aseguró la Jirafa.

El Pájaro carpintero sabio, golpeando en su escritorio, toc-toc, los interrumpió:

–Animales: en nombre de los pájaros carpinteros, saludo a este congreso. Debo señalar que la discusión que ha surgido no tiene razón de ser. Creo que es posible, y aún más, aconsejable, plantar muchos árboles que tengan ramas, frutos y hojas para que todos queden contentos.

Grandes aplausos indicaron que muchos estaban de acuerdo.

–Lo importante en cualquier caso, es que los árboles tengan unos troncos grandes, donde los pájaros carpinteros podamos golpear, toc-toc.

Algunos asistentes aplaudieron.

Entonces una Cabra sabia, saltando al centro de la reunión, dijo así:

–¡Un momento! Deseo hacer una pequeña observación. Estoy de acuerdo con que haya ramas, de acuerdo en que haya frutos y hojas. Pero el tronco debe ser lo más corto posible, para que nosotras las cabras podamos alcanzar las hojas. […]

Empezaron a discutir, hasta que un relincho los hizo callar. Era la Cebra sabia que levantándose, dijo:

–Colegas, colegas, me extraña mucho su actitud. Están peleando por algo sin importancia. Quiero proponer que se ordene nuestra discusión, que primero se hagan todas las proposiciones, y luego se discutan.

–Muy bien, muy bien –dijeron muchos animales sabios–. Así es como debe hacerse.
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