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Había una vez un cerdito al que no le gustaba bañarse. El agua y el jabón le aterrorizaban.
El pequeño cerdito, como no se lavaba, olía muy mal, y sus amigos no querían jugar con él, muy triste, decidió esconderse en el bosque.
Una vez allí se puso a pensar… Recordaba lo que su mamá le decía todos los días sobre el baño diario, y cómo él la engañaba simulando que lo hacía. Pensaba que se creía muy listo por hacerlo y, al final, se dio cuenta de que el único perjudicado era él. Sus amigos lo rechazaban por oler mal; ¡ni él mismo se aguantaba! Fue así que tomó una decisión:
—¡Me bañaré, oleré bien y así mis amigos jugarán conmigo! —pensó el cerdito, quien después decidió ir a su casa y bañarse.
Cuándo salió de su casa, sus amigos volvieron a jugar con él.
Y así fue como nuestro amigo aprendió la lección.
Y tú, ¿la aprendiste?
Fin.