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En mayo de 1842 se habilitó el nuevo cementerio asunceño, la Recoleta, y, en octubre el Consulado reglamentó su uso.
A la costumbre de enterrar a los difuntos en las mismas iglesias y en su patio adyacente, se antepuso hacia finales del siglo XVIII un concepto más moderno y práctico: disponer sitios que estén protegidos por una parroquia, pero alejados de la vecindad. Esto debido a una cuestión de higiene y salubridad.
En aquella época, el centro de la ciudad de Asunción apenas llegaba a las actuales calles Brasil y con un poco de esfuerzo a Perú, por lo que el actual barrio Villa Morra, que es donde se encuentra la iglesia y el cementerio de la Recoleta, estaba bastante alejado.
Lo cierto es que la Recoleta es el cementerio más antiguo que se encuentra en pie en el Paraguay, y como tal podemos encontrar dentro panteones con fechas desde 1857.
Obviamente, el arte y la arquitectura de los últimos 173 años se encuentran representados en este sitio. Grandes e ignotos personajes civiles, militares, eclesiásticos, héroes y villanos están enterrados en ese lugar mágico en el que se pueden encontrar verdaderas joyas históricas.
En los últimos tiempos, asociaciones culturales e historiadores de renombre se encuentran abocados en la recuperación de la Recoleta como un sitio turístico-cultural de importancia para entender la cultura e historia de nuestro país, convirtiendo el sitio en un museo al aire libre, para lo cual organizan excursiones guiadas, tanto nocturnas como diurnas, representaciones y caracterizaciones para acercar un sitio tan particular a las personas interesadas.