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El Camino del Inca, descubierto por Hiram Bingham en 1915, es sin lugar a dudas el más popular de los circuitos que existen en América del Sur.
Este sendero de más de 400 años de historia cuenta con distintos accesos: el del km 82, al cual se puede llegar en tren o en bus; al del km 88, en Qorihayrachina, se arriba en tren; el del km 104, en Calchabamba, al que se llega en tren. Varios historiadores coinciden en que el Camino del Inca era el único acceso a la ciudad sagrada de Machu Picchu.
A lo largo de la caminata, se transita por una gran variedad de terrenos, dignos escenarios de las más fantásticas películas de aventura.
Primer día: km 82-Wayllabamba
La travesía se inicia entre las 10 y las 11 de la mañana, desde el km 82 (2.750 m). Dos horas después, caminando a las orillas del río Urubamba, aparece la primera ruina denominada "Llactapata" (2.650 m): es el momento en que muchos guías introducen al caminante al mundo del inca.
Los próximos 7 km son los que completan la actividad del primer día; allí se ascienden algunos metros para llegar, cuatro horas y media después, a Wayllabamba (3.000 m), donde los porteadores esperan con la merienda lista (te de coca, café o cacao) y las carpas armadas. Antes de ir a dormir, llegará el momento de la cena y de la mística sobremesa, matizada con historias narradas por el guía.
Segundo día: Wayllabamba-Pacaymayu
Esta jornada es la más difícil; nos espera el paso de Warmiwañuscca a 4.200 m. A este punto se llega luego de caminar 9 km. En época de lluvias, este tramo es complicado debido a que es muy difícil mantener la temperatura del cuerpo, por la lluvia o por exceso de sudor, producto del esfuerzo.
Descendiendo 3 km, estaremos en el refugio de Pacaymayu: en este lugar, las noches suelen ser muy frías, pero un buen saco de dormir permite tener un buen descanso.
Tercer día: Pacaymayu-Wiñaywaina
Nos espera, a 500 m, el inicio y el ascenso pronunciado a la ruina de Runkuraqay. Caminando entre lagunas y con los nevados como escenografía, a los 4 km estaremos en las bellísimas ruinas de Sayacmarca (3.580 m). Luego de 4 km de caminata, llegamos a la Ciudad de las Nubes, Puyupatamarca (3.640 m).
En los restantes 7 km descenderemos a los 2.650 m, a las ruinas de Wiñaywaina. Pasaremos la última noche en nuestras carpas, cerca de un refugio reconfortante, donde podemos comprar comida, bebida e inclusive bailar.
Cuarto día: Wiñaywaina-Machu Picchu
Último día. El esfuerzo será menor: solo tendremos que caminar 2 horas (6 km) para arribar a la Ciudad Sagrada de Machu Picchu. La excursión se inicia alrededor de las 5.30, a fin de llegar no más tarde de la hora 7 a la Puerta del Sol, el lugar más impactante del viaje. Nos detenemos unos minutos y será difícil quitarnos el encanto que nos provoca llevar la imagen de la legendaria ciudad oculta a nuestras retinas. Ascendemos un poco y llegamos a la ciudad antes de la hora 8.
Machu PicchuCerro Viejo
Cuando se descubrió Machu Picchu (Montaña Vieja), en julio de 1911, buscaban las ruinas de Vilcabamba, último refugio de los incas. Las ciudades perdidas en la selva eran dos. Se hizo evidente que las ruinas de Machu Picchu no correspondían a Vilcabamba. Nació el enigma sobre este lugar.
Los españoles nunca se enteraron de la existencia de esta ciudad. Afirman que esta región fue despoblada y abandonada antes de la llegada de los conquistadores; se desconoce la razón de su olvido.
El lugar tiene solo 200 viviendas, por lo que la población debió haber sido de unos 1.000 habitantes. La gran cantidad de terrazas para el cultivo en toda la región permite establecer que la producción agraria sobrepasaba la demanda de los pobladores. Muchos proponen que la función de la ciudad era suministrar hojas de coca para los sacerdotes y la realeza.
El hallazgo de un 75 por ciento de esqueletos femeninos sugería que la ciudad podría haber sido un refugio para las Vírgenes del Sol de Cuzco.
Se entra a la ciudad por la Casa de los Cuidadores de las Terrazas, al sector agrícola. Las terrazas acaban en el Foso Seco, tras el cual se encuentra la ciudad propiamente dicha. Si se sigue en línea recta, se llega al final a las fuentes, que son una sucesión de 16 pequeñas cascadas. Muy cerca se encuentra el Templo del Sol, una torre que posee la mejor construcción de albañilería de toda la ciudad. El edificio adyacente, conocido como Palacio de la Princesa, era de alguna persona importante.
En la parte más alta de las terrazas se erige solitaria una choza, se obtiene una vista general del complejo. A unos metros hay una piedra tallada, conocida como la Roca Funeraria.
En la parte superior de la ciudad, está el Templo de las Tres Ventanas, el Templo Principal y la Sacristía. Ascendiendo un montículo, se llega al más importante de los santuarios, el Intihuana (reloj solar), escultura de belleza única que escapó de la destrucción originada por la exigencia de los españoles de que abandonaran sus creencias religiosas.
El itinerario culmina debajo del único arbusto de la gran plaza. Los más resistentes ascienden al Huayna Picchu, el pico de granito que se encuentra al norte de la ciudad. Es un empinado camino por el que hay que andar con precaución. Después de una hora y de haber pasado por terrazas jardines, se llega a la cima desde donde se contempla una vista espectacular.
Este sendero de más de 400 años de historia cuenta con distintos accesos: el del km 82, al cual se puede llegar en tren o en bus; al del km 88, en Qorihayrachina, se arriba en tren; el del km 104, en Calchabamba, al que se llega en tren. Varios historiadores coinciden en que el Camino del Inca era el único acceso a la ciudad sagrada de Machu Picchu.
A lo largo de la caminata, se transita por una gran variedad de terrenos, dignos escenarios de las más fantásticas películas de aventura.
Primer día: km 82-Wayllabamba
La travesía se inicia entre las 10 y las 11 de la mañana, desde el km 82 (2.750 m). Dos horas después, caminando a las orillas del río Urubamba, aparece la primera ruina denominada "Llactapata" (2.650 m): es el momento en que muchos guías introducen al caminante al mundo del inca.
Los próximos 7 km son los que completan la actividad del primer día; allí se ascienden algunos metros para llegar, cuatro horas y media después, a Wayllabamba (3.000 m), donde los porteadores esperan con la merienda lista (te de coca, café o cacao) y las carpas armadas. Antes de ir a dormir, llegará el momento de la cena y de la mística sobremesa, matizada con historias narradas por el guía.
Segundo día: Wayllabamba-Pacaymayu
Esta jornada es la más difícil; nos espera el paso de Warmiwañuscca a 4.200 m. A este punto se llega luego de caminar 9 km. En época de lluvias, este tramo es complicado debido a que es muy difícil mantener la temperatura del cuerpo, por la lluvia o por exceso de sudor, producto del esfuerzo.
Descendiendo 3 km, estaremos en el refugio de Pacaymayu: en este lugar, las noches suelen ser muy frías, pero un buen saco de dormir permite tener un buen descanso.
Tercer día: Pacaymayu-Wiñaywaina
Nos espera, a 500 m, el inicio y el ascenso pronunciado a la ruina de Runkuraqay. Caminando entre lagunas y con los nevados como escenografía, a los 4 km estaremos en las bellísimas ruinas de Sayacmarca (3.580 m). Luego de 4 km de caminata, llegamos a la Ciudad de las Nubes, Puyupatamarca (3.640 m).
En los restantes 7 km descenderemos a los 2.650 m, a las ruinas de Wiñaywaina. Pasaremos la última noche en nuestras carpas, cerca de un refugio reconfortante, donde podemos comprar comida, bebida e inclusive bailar.
Cuarto día: Wiñaywaina-Machu Picchu
Último día. El esfuerzo será menor: solo tendremos que caminar 2 horas (6 km) para arribar a la Ciudad Sagrada de Machu Picchu. La excursión se inicia alrededor de las 5.30, a fin de llegar no más tarde de la hora 7 a la Puerta del Sol, el lugar más impactante del viaje. Nos detenemos unos minutos y será difícil quitarnos el encanto que nos provoca llevar la imagen de la legendaria ciudad oculta a nuestras retinas. Ascendemos un poco y llegamos a la ciudad antes de la hora 8.
Machu PicchuCerro Viejo
Cuando se descubrió Machu Picchu (Montaña Vieja), en julio de 1911, buscaban las ruinas de Vilcabamba, último refugio de los incas. Las ciudades perdidas en la selva eran dos. Se hizo evidente que las ruinas de Machu Picchu no correspondían a Vilcabamba. Nació el enigma sobre este lugar.
Los españoles nunca se enteraron de la existencia de esta ciudad. Afirman que esta región fue despoblada y abandonada antes de la llegada de los conquistadores; se desconoce la razón de su olvido.
El lugar tiene solo 200 viviendas, por lo que la población debió haber sido de unos 1.000 habitantes. La gran cantidad de terrazas para el cultivo en toda la región permite establecer que la producción agraria sobrepasaba la demanda de los pobladores. Muchos proponen que la función de la ciudad era suministrar hojas de coca para los sacerdotes y la realeza.
El hallazgo de un 75 por ciento de esqueletos femeninos sugería que la ciudad podría haber sido un refugio para las Vírgenes del Sol de Cuzco.
Se entra a la ciudad por la Casa de los Cuidadores de las Terrazas, al sector agrícola. Las terrazas acaban en el Foso Seco, tras el cual se encuentra la ciudad propiamente dicha. Si se sigue en línea recta, se llega al final a las fuentes, que son una sucesión de 16 pequeñas cascadas. Muy cerca se encuentra el Templo del Sol, una torre que posee la mejor construcción de albañilería de toda la ciudad. El edificio adyacente, conocido como Palacio de la Princesa, era de alguna persona importante.
En la parte más alta de las terrazas se erige solitaria una choza, se obtiene una vista general del complejo. A unos metros hay una piedra tallada, conocida como la Roca Funeraria.
En la parte superior de la ciudad, está el Templo de las Tres Ventanas, el Templo Principal y la Sacristía. Ascendiendo un montículo, se llega al más importante de los santuarios, el Intihuana (reloj solar), escultura de belleza única que escapó de la destrucción originada por la exigencia de los españoles de que abandonaran sus creencias religiosas.
El itinerario culmina debajo del único arbusto de la gran plaza. Los más resistentes ascienden al Huayna Picchu, el pico de granito que se encuentra al norte de la ciudad. Es un empinado camino por el que hay que andar con precaución. Después de una hora y de haber pasado por terrazas jardines, se llega a la cima desde donde se contempla una vista espectacular.