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Prof. Eduarda Bordón
El arte barroco misionero se insertaba en el marco del arte sacro. El propósito de este arte estaba al servicio del placer estético y la catequesis.
Los jesuitas desarrollaron la actividad artística hacia el ornamento de sus templos, sus construcciones, la solemnidad y el brillo de las ceremonias religiosas, la amenización de las horas de trabajo y de descanso, la estimulación del cultivo.
Así surgieron arquitectos, canteros, escultores, imagineros, pintores, grabadores y músicos.
Por ejemplo, la escultura tenía dos objetivos:
Dotar a la iglesia de imágenes religiosas capaces de reforzar visualmente la prédica de los misioneros (estas imágenes sacras permitían la evangelización, que la misma se encuentre al alcance de todas las personas, pese a que no todos eran capaces de leer y escribir, pero podían maravillarse y horrorizarse al observar las imágenes).
Llenar una de las exigencias pedagógicas: la iniciación en los trabajos manuales. Los jesuitas retribuían con privilegios a los indígenas más destacados en el arte (esculpir sustituía en cierta manera la ausencia de la lectura para el aprendizaje religioso). Eran pocos los que tenían acceso a la educación, solo hijos de jefes y hombres privilegiados.
Características
La mirada controladora del maestro de oficios no pudo evitar una percepción diferente de la obra.
Mentalidad sintética, simetría, frontalidad, miradas al espectador.
El tratamiento de las formas se encara desde la necesidad de transmitir mejor el contenido catequístico. El autor no pensaba en el efecto estético.
En un principio fue una imposición colonial, el lenguaje era extraño.
El sistema de trabajo en los talleres era la copia a partir de modelos proporcionados por los misioneros. Los trabajos eran severamente controlados.
Incorporación de elementos temáticos tomados de la fauna y de la flora, constituye el acento propio del arte barroco misionero.
La pintura y la arquitectura
La mayor parte de los templos desaparecieron por la acción del tiempo, por accidentes, porque han sido saqueados por coleccionistas y anticuarios, sin embargo, no todo se perdió, quedó lo necesario para tener una idea aproximada de la magnitud e importancia artística de la época.
Los edificios fueron construidos sobre estructuras de horcones de urundey, con paredes de adobe, vigas de lapacho, tirantes de palmas y techumbre de tejas. Al costado del templo se encontraba el campanario montado sobre un armazón de postes y vigas descubiertas, en la parte superior tenía una plataforma techada.
Puertas, rejas y retablos eran de madera labrada. Las iglesias de San Ignacio Guazú, Santa María, Santa Rosa, San Cosme y Damián constituyeron muestras del estilo barroco en Paraguay.
A mediados del siglo XVIII los jesuitas construyeron templos monumentales, cambiaron los horcones y el adobe por muros de piedra labrada con pilastras, aberturas y hornacinas esculpidas. Al producirse la expulsión de los jesuitas dejaron inconclusos los de Jesús y Trinidad, hoy pese a la acción de la naturaleza y las depredaciones del hombre, maravillan al viajero.
El arte barroco misionero se insertaba en el marco del arte sacro. El propósito de este arte estaba al servicio del placer estético y la catequesis.
Los jesuitas desarrollaron la actividad artística hacia el ornamento de sus templos, sus construcciones, la solemnidad y el brillo de las ceremonias religiosas, la amenización de las horas de trabajo y de descanso, la estimulación del cultivo.
Así surgieron arquitectos, canteros, escultores, imagineros, pintores, grabadores y músicos.
Por ejemplo, la escultura tenía dos objetivos:
Dotar a la iglesia de imágenes religiosas capaces de reforzar visualmente la prédica de los misioneros (estas imágenes sacras permitían la evangelización, que la misma se encuentre al alcance de todas las personas, pese a que no todos eran capaces de leer y escribir, pero podían maravillarse y horrorizarse al observar las imágenes).
Llenar una de las exigencias pedagógicas: la iniciación en los trabajos manuales. Los jesuitas retribuían con privilegios a los indígenas más destacados en el arte (esculpir sustituía en cierta manera la ausencia de la lectura para el aprendizaje religioso). Eran pocos los que tenían acceso a la educación, solo hijos de jefes y hombres privilegiados.
Características
La mirada controladora del maestro de oficios no pudo evitar una percepción diferente de la obra.
Mentalidad sintética, simetría, frontalidad, miradas al espectador.
El tratamiento de las formas se encara desde la necesidad de transmitir mejor el contenido catequístico. El autor no pensaba en el efecto estético.
En un principio fue una imposición colonial, el lenguaje era extraño.
El sistema de trabajo en los talleres era la copia a partir de modelos proporcionados por los misioneros. Los trabajos eran severamente controlados.
Incorporación de elementos temáticos tomados de la fauna y de la flora, constituye el acento propio del arte barroco misionero.
La pintura y la arquitectura
La mayor parte de los templos desaparecieron por la acción del tiempo, por accidentes, porque han sido saqueados por coleccionistas y anticuarios, sin embargo, no todo se perdió, quedó lo necesario para tener una idea aproximada de la magnitud e importancia artística de la época.
Los edificios fueron construidos sobre estructuras de horcones de urundey, con paredes de adobe, vigas de lapacho, tirantes de palmas y techumbre de tejas. Al costado del templo se encontraba el campanario montado sobre un armazón de postes y vigas descubiertas, en la parte superior tenía una plataforma techada.
Puertas, rejas y retablos eran de madera labrada. Las iglesias de San Ignacio Guazú, Santa María, Santa Rosa, San Cosme y Damián constituyeron muestras del estilo barroco en Paraguay.
A mediados del siglo XVIII los jesuitas construyeron templos monumentales, cambiaron los horcones y el adobe por muros de piedra labrada con pilastras, aberturas y hornacinas esculpidas. Al producirse la expulsión de los jesuitas dejaron inconclusos los de Jesús y Trinidad, hoy pese a la acción de la naturaleza y las depredaciones del hombre, maravillan al viajero.