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Juan Emiliano O’Leary (12/6/1879–31/10/1969) nació apenas terminada la Guerra Grande fruto del matrimonio entre Juan O’Leary, argentino, y Dolores Urdapilleta, paraguaya. No terminó sus estudios de Derecho porque se dedicó de lleno a la docencia, el periodismo y la investigación.
De su trabajo con Enrique Solano López, hijo del mariscal, surgieron los primeros intentos de reivindicación histórica de la figura de Francisco Solano López, magnífica tarea a la que le dedicó todo su esfuerzo. Escribió poemas epopéyicos como El alma de la raza y Los conquistadores; igualmente ensayos como Historia de la Guerra de la Triple Alianza, Nuestra epopeya y Prosa polémica.
Fue poeta, periodista, ensayista, político e investigador. Dirigió el Archivo Nacional y varios periódicos de la época contaron con su colaboración.
Ignacio Núñez Soler (31/7/1891–13/10/1983), por su parte, nacido Ignacio Soler Núñez pero que utilizaba el primer nombre en homenaje a su madre, fue un destacado político anarquista y artista plástico de nuestro país.
Comenzó con la pintura realizando escenografías con su hermano, quien tuvo alguna formación con el francés Mornet y el italiano Boggiani. Por lo tanto, le gustaba definirse a sí mismo como un «pintor de brocha gorda».
Su primera exposición la realizó a los 40 años, en la Casa Argentina, y su carácter naíf o infantil tiene un sello sumamente especial, sobre todo porque debe considerarse su trabajo como documental, ya que importantes hechos, actos, sitios y personajes de la ciudad quedaron retratados por su pincel, que dejó de esa manera un testimonio muy importante para la posteridad.
Ambos son figuras clave para entender la cultura del Paraguay. En ese sentido, la lectura de los escritos de O’Leary y el estudio de la obra pictórica de Núñez Soler ayudan a un mayor entendimiento de nuestra realidad y sirven para encarar el futuro con un mejor conocimiento del pasado.