Disfrutamos de una deliciosa sopa de piedra

¿Probaste alguna vez una sopa de piedra? Lee con mucha atención este cuento tradicional y entérate qué ingredientes lleva.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2059

Cargando...

Una piedra hecha sopa

Érase que se era un soldado que volvía de la guerra. Un día en el que el frío arreciaba, llegó a un pueblo. Se detuvo ante una casa y pidió comida.

—No tenemos nada, ni siquiera para nosotros —le dijeron. 

—¿Tienen acaso una olla grande? 

—preguntó el soldado.

—Sí, tenemos un gran caldero de hierro.

—¿Tienen un poco de agua?

—Sí, de eso hay mucho.

—Entonces, llenen el caldero de agua y pónganlo en el fuego. Porque yo tengo una piedra para hacer sopa.

Todos se reunieron a su alrededor para ver la maravilla. La dueña de casa llenó la gran olla con agua y la colgó sobre el fuego. El soldado sacó una simple piedra de su bolsillo y la arrojó a la olla.

—Ahora, dejémosla que hierva —dijo, y todos se sentaron a esperar.

—¿Podrían darme un poquito de sal? 

—pidió el soldado.

—Por supuesto —respondió la mujer. 

—Unas pocas zanahorias no vendrían mal —dijo el soldado con añoranza.

—Oh, sí, tenemos algunas —dijo la mujer.

—Unas pocas papas espesarían un poquito la sopa.

—Las traeré —dijo la hija mayor.

—Una cebolla da muy buen gusto —dijo el soldado.

—Pidámosle al vecino una cebolla —dijo el granjero a su hijo menor.

El chico regresó con tres cebollas. Y mientras todos esperaban, siguieron contando chiste narrando historias.

—No he probado repollo desde que partí de casa de mi madre.

— En la huerta hay repollos —dijo la madre. Y una niñita salió corriendo y volvió con un repollo, que agregaron al caldo.

—No tardará mucho —dijo el soldado.

—Solo un poquito más —dijo la mujer, revolviendo con un gran cucharón. En ese momento, llegó el hijo mayor de la familia. Había salido de caza y traía dos conejos.

—¡Justo lo que necesitamos para darle el toque final! —exclamó el soldado. Inmediatamente, los conejos estuvieron limpios y trozados dentro de la olla.

—¡Hummm! —dijo el cazador—. ¡Huele a muy buena sopa!

—El viajero ha traído una piedra —le explicó el granjero a su hijo— y está preparando una sopa con ella.

Por fin, la sopa estuvo lista y a todos supo muy bien. Hubo suficiente para el soldado, el granjero, su mujer, la hija, el hijo mayor, la niñita y el niñito.

—Es una sopa maravillosa —dijo el granjero.

—Es una piedra maravillosa —dijo su mujer.

—Lo es —dijo el soldado—, y siempre les dará el mismo resultado si utilizan la receta que les he dado hoy. Terminaron la sopa y el soldado, al despedirse, le regaló la piedra a la dueña de casa para retribuirle su hospitalidad. La buena mujer se lo agradeció muchísimo.

—No es nada —dijo el soldado y se marchó sin la piedra. Pero, por fortuna, encontró otra justo antes de entrar al pueblo siguiente.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

Fuente: Lengua en práctica 5 –Editorial sm– Buenos Aires, 2016.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...