Disfrutamos de la lectura aprendiendo sobre los grandes niños

El faraón-niño, quien reinó sólo diez años, debe su fama a que su tumba fue la única sepultura del Valle de los Reyes que llegó sin ser saqueada hasta la edad contemporánea. Fue descubierta por Howard Carter en 1922.

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En noviembre de 1922, entre las arenas del Valle de los Reyes, en pleno desierto de Egipto, los británicos Lord Carnarvon y Howard Carter hallaron una copa con el nombre de Tutankamón junto a algunas piezas de oro. El indicio de que estaban cerca de la tumba del faraón (como llamaban en el antiguo Egipto a los reyes) se confirmó pocos días después, cuando lograron abrir la puerta que conducía a un recinto subterráneo donde encontraron una caja fúnebre de más de cinco m de largo y casi tres de altura, tan grande como una habitación. Dentro de la caja había un sarcófago de oro sólido donde descansaba la que sería desde entonces la momia más famosa de la historia: la del rey Tutankamón.

Probablemente, el faraón más problemático de todos fue Akenatón(1379 a.C.–1362 a.C.), quien le impuso a su pueblo un dios único, Atón; se nombró a sí mismo sumo sacerdote de la nueva religión, persiguió sin tregua a los antiguos sacerdotes y cambió la capital, de Tebas a una nueva ciudad, llamada Aken–Atón y consagrada a la adoración del nuevo dios.

Cuando Akenatón murió, el poder quedó en manos de su yerno Tutankamón. Fue coronado a los 10 años de edad y reinó hasta su prematura muerte a los 20 años. Restableció el culto a Amón–Ra (rey de los antiguos dioses egipcios) y regresó la capital a Tebas.

La muerte del joven es un enigma, así como el origen del tesoro dentro de su tumba, que incluía una pesadísima máscara de oro y muchas joyas. Se cree que los sacerdotes pagaron al joven rey para restablecer el culto a Amón y recuperar su antiguo poder. Pero más allá de la historia real, este niño rey ha vivido para siempre en la imaginación de generaciones enteras que lo asocian con misterios y leyendas de aventuras.

Aprendiendo más sobre los niños egipcios

La mayoría de los niños en Egipto no iban a la escuela, sino que aprendían el oficio familiar en un taller o dentro del seno familiar.

Los que estudiaban para escribas empezaban a hacerlo a la edad de cuatro o cinco años, y su instrucción duraba varios años. El aprendiz de escriba recibía sus enseñanzas de otro escriba más experimentado en las «Casas de la vida», que pertenecían a los templos. En ellas eran muy exigentes, llegando incluso a infringir castigos corporales.

A estas escuelas iban sobre todo los hijos de los nobles y escribas, aunque estaban abiertas también a los niños de las familias más humildes. En ellas aprendían lectura, escritura, Matemática y Geografíay una enseñanza moral muy extensa.

Al principio, el aprendiz de escriba sólo «dibujaba», textos que copiaban en tablillas de madera. Solo usaban el papiro cuando tenían experiencia, dado el alto precio del mismo.

En Tebas había dos escuelas importantes, una en el Templo de Mut y otra en el Rammeseum. También destacaba la escuela de Deir El-Medina y la Casa de la vida en el Templo de MedinetHabú.

Los escribas siempre llevaban con ellos sus instrumentos de trabajo, que consistían en papiros, una paleta, pinceles, tinteros, un frasco de agua y goma y un mortero.

El papiro venía en rollos que debían cortar con una navaja según la extensión del documento. El pincel era un tallo de junco afilado a navaja o deshilachado por la punta.

En la paleta había dos orificios, uno para tinta negra (la más usada) y otro para la tinta roja (para destacar algún pasaje).

La forma de escribir de estos escribas era sentados en el suelo con las piernas cruzadas. Ponían el papiro sobre sus rodillas y escribían de derecha a izquierda, en vertical, y a mano alzada. No se utilizaban las minúsculas, y no se separaban las palabras, sólo al final de cada período del texto, con una señal denominada paragraphos. El título del texto iba al final para preservarlo. Cuando el escriba terminaba el texto, procedía a su corrección, ya fuera él mismo o un corrector experimentado.

Gracias a los escribas, se iba manteniendo el estado egipcio sin cambios sustanciales. Ellos educaron al pueblo para mantener su civilización.

Una de las aportaciones más importantes de los egipcios al mundo clásico fue el libro: usaban papiros, tinta para inscripciones e incluso ilustraciones aclaratorias u ornamentales. Y gracias a ellos conocemos muchos aspectos de la vida administrativa y cotidiana del Egipto faraónico.

Actividades

1.Investiga sobre las vidas de los personajes cuyos nombres están subrayados en el texto.

2.Elabora un diccionario propio sobre el mundo egipcio con las palabras resaltadas en negrita dentro del texto.

3.Compara tu forma de aprendizaje con la de los niños del antiguo Egipto.

Fuentes

Leroy Gutiérrez, «Grandes niños.Tutankamón»: Vida de niños que fueron famosos y dejaron huella en la historia. México, SEP-Porrúa, 2005.

Recuperado de:

http://www.juntadeandalucia.es/averroes/lorca_alcala/documentos/proyectosdidacticos/10-11/egipto.pdf

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