Cuentos del Bosque Perdido (2)

Vamos a conocer el desenlace de este entretenido relato escrito por Marta Rossi.

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De todas formas, volar a ciegas era peligroso. Varias veces se cayeron al agua, otras se golpearon contra los árboles o se confundieron, y levantaron con el pico alguna lombriz que gritó furiosa: «Eh, yo no soy un palito para tu casa».

Un día, el enorme palacio de los horneros quedó terminado, muy firme sobre la parte más alta de la columna de la luz. Tenía una gran puerta, gigantesca.

—Y ahora, ¿cómo llevamos nuestro huevo hasta allá arriba? Pensaban los dos con las cabecitas juntas.

Doña Araña les dio la solución: «Yo les presto toda la seda que quieran, tejan una red alrededor del huevo y cuélguenla de la rama más alta del árbol. Después lo empujamos hasta que se balancee y llegue al nido nuevo».

El nido casi se partió en dos y el huevo quedó bien encajado en el barro húmedo, aunque bastante resquebrajado.

¡Tris! Se cayó un pedacito de cáscara. Los horneros volaban alrededor, piando desesperadamente.

—¿Se lastimó, pobrecito?

Una patita peluda, casi más grande que un hornero, asomó por el hueco.

—Es un bebé osito panda —gritó doña Hornera.

—Rápido, vuelen a buscar brotes de bambú para alimentarlo, pidió a todos los pájaros del bosque.

Ya iban a volar hasta Nueva Zelanda a traer el bambú cuando tronó una voz tremenda.

—¡Es míooo, mi beboso!

Era el Oso Furioso, el más grande y bueno del Bosque Perdido.

—Qué va a ser tuyo, este bebé es blanco y negro, no marroncito —exclamó don Hornero, con todas las plumas erizadas de indignación. Él sabía perfectamente que ningún oso come pajaritos.

—Es mi bebé. Allá en la cueva está su mamá, la Osa Melosa, llorando porque la bruja Elixena se lo robó.

—Pero no es marrón.

—Sí, es marrón. Bien marrón como cualquier oso pardo. Elixena lo pintó, ¡pobre mi beboso, parece un payaso!

—Entonces, no comerá bambú.

—Claro que no. Necesita mucha miel, algún salmoncito perdido, y eso es todo, aclaró el Oso Furioso mientras levantaba tiernamente en una de sus grandes zarpas al beboso para llevárselo a su cueva calentita y amplia.

Allá fueron todos: los horneros, los demás pájaros del bosque, las ardillas y hasta la araña, a festejar en la cueva de los osos el rescate de su beboso.

¿Y la bruja Elixena?

Se puso tan verde de envidia que se convirtió en un cactus muy espinoso al que nadie se quería acercar.

Actividades

1. Contesta.

a. ¿Cuál es la parte que más te gustó del cuento?, ¿por qué?

b. ¿Qué parte del cuento no puede suceder en la vida real?

2. Escribe un final diferente del cuento.

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