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Los tres ancianos
(Maribel Barreto)
Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
No podemos entrar a una casa los tres juntos explicaron los viejitos.
¿Por qué? -quiso saber ella.
Uno de los hombres explicó:
El nombre de él es Riqueza, de él es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro y decidan con tu marido a cuál de nosotros tres desean invitar a pasar.
La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz:
¡Qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invita a Riqueza.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?
La hija del matrimonio estaba escuchando y vino corriendo con una idea:
¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de él.
Hagamos caso del consejo de nuestra hija dijo el esposo a su mujer, ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.
La esposa salió y preguntó a los tres ancianos:
¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la mujer les preguntó a Riqueza y a Éxito:
Yo solo invité a Amor, ¿por qué ustedes también vienen?
Los viejos respondieron juntos:
Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, a donde sea que él vaya, nosotros vamos con él.
Donde hay amor, también habrá riqueza y éxito.
¡Qué toro!
(Maribel Barreto)
En una ocasión un toro bravo se aproximó hasta las aguas del lago para calmar su sed. El toro era hermoso y blanco. Se vio reflejado en las limpias aguas del lago y pensó:
Aquí veo un toro oscuro, es grande, el lago debe ser suyo. Tengo que cuidarme de él, tiene unos cuernos largos y deben ser duros.
Sintió miedo porque se creía más pequeño que el toro oscuro, pero como sentía mucha sed, se acercó nuevamente a la orilla y de nuevo notó la presencia del otro.
¿Qué voy a hacer? No hay agua por aquí cerca, esta es la única, volveré y tomaré el agua del lago.
Se acercó con cautela y cuando vio que el otro también movía la cabeza y abría la boca, sintió terror. Salió corriendo y descansó bajo una arboleda. Pero la sed se hizo más intensa, se volvió insoportable; entonces se decidió a tomar agua suceda lo que suceda.
Así lo hizo, introdujo la cabeza en las aguas y el otro toro desapareció.
Muchos de nuestros temores son imaginarios. Sólo cuando los enfrentamos, desaparecen. El miedo es la creación de nuestra propia mente. No dejemos que nuestra imaginación descontrolada desplace a la realidad.
(Maribel Barreto)
Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
No podemos entrar a una casa los tres juntos explicaron los viejitos.
¿Por qué? -quiso saber ella.
Uno de los hombres explicó:
El nombre de él es Riqueza, de él es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro y decidan con tu marido a cuál de nosotros tres desean invitar a pasar.
La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz:
¡Qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invita a Riqueza.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?
La hija del matrimonio estaba escuchando y vino corriendo con una idea:
¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de él.
Hagamos caso del consejo de nuestra hija dijo el esposo a su mujer, ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.
La esposa salió y preguntó a los tres ancianos:
¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la mujer les preguntó a Riqueza y a Éxito:
Yo solo invité a Amor, ¿por qué ustedes también vienen?
Los viejos respondieron juntos:
Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, a donde sea que él vaya, nosotros vamos con él.
Donde hay amor, también habrá riqueza y éxito.
¡Qué toro!
(Maribel Barreto)
En una ocasión un toro bravo se aproximó hasta las aguas del lago para calmar su sed. El toro era hermoso y blanco. Se vio reflejado en las limpias aguas del lago y pensó:
Aquí veo un toro oscuro, es grande, el lago debe ser suyo. Tengo que cuidarme de él, tiene unos cuernos largos y deben ser duros.
Sintió miedo porque se creía más pequeño que el toro oscuro, pero como sentía mucha sed, se acercó nuevamente a la orilla y de nuevo notó la presencia del otro.
¿Qué voy a hacer? No hay agua por aquí cerca, esta es la única, volveré y tomaré el agua del lago.
Se acercó con cautela y cuando vio que el otro también movía la cabeza y abría la boca, sintió terror. Salió corriendo y descansó bajo una arboleda. Pero la sed se hizo más intensa, se volvió insoportable; entonces se decidió a tomar agua suceda lo que suceda.
Así lo hizo, introdujo la cabeza en las aguas y el otro toro desapareció.
Muchos de nuestros temores son imaginarios. Sólo cuando los enfrentamos, desaparecen. El miedo es la creación de nuestra propia mente. No dejemos que nuestra imaginación descontrolada desplace a la realidad.