Cuando ser “raro” es peligroso

El deseo de la gente de coleccionar animales raros y únicos, y consumir exquisiteces, apeligra a las especies animales amenazadas de extinción, pues no solo tienen que enfrentarse a la pérdida de hábitats o a las especies competidoras.

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Objetivo: Interpretar el peligro que corre la fauna mundial.


Un grupo de investigadores ha denunciado los efectos negativos que tienen sobre las especies animales actividades humanas como el coleccionismo, la caza de trofeos, el consumo de delicadezas como carne y huevos de especies raras, el comercio de mascotas exóticas, el ecoturismo y la medicina tradicional, en las que la rareza de los animales y la escalada de precios actúan como incentivo para consumidores y comerciantes.


Cuanto más raro más se valora
Muchísimos animales hoy están al borde de la extinción. Esto debería significar que tendrían que recibir más protección; lo que sucede, sin embargo, es que cuanto más raras son las especies, más valor adquieren, de la misma forma que los sellos o las monedas de coleccionista, y mayor es su atractivo para las redes de tráfico ilegal. Es un efecto perverso e inesperado del hecho de declarar una especie como “rara” y en “peligro de extinción”. Así lo afirmaron hace muy poco un grupo de ecólogos franceses de la Universidad de París.

Le condena su piel. La foca casi ha desaparecido debido a su valiosa piel... para ella solo es un protector contra el frío.


Tráfico ilegal de mascotas
El coleccionismo es uno de los ejemplos más claros. En 2004 el diario boliviano La Época denunció en un artículo -que recibió el Premio Internacional de Reportaje sobre Biodiversidad- a los traficantes que sacaban mariposas del país y después las ofrecían a comerciantes para su venta por Internet. Una mariposa boliviana muy rara, la prepona xenágoras, se vende en Internet a precios que oscilan desde los 450 hasta los 2.000 dólares.

Por ser raro se lo caza y se lo estudia. Habría que ver hasta qué punto el hombre tiene el derecho manipular los animales, supuestamente para salvarlos.

El tráfico ilegal también tiene su reflejo en el comercio de mascotas. En España, a finales del pasado año, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil desarticulaba una red de tráfico ilegal de aves exóticas, que actuaba en siete provincias y traficaba con 400 aves valoradas en un millón de euros.

El paladar exquisito y la medicina tradicional
El listado de actividades que suponen una seria amenaza para las especies animales sigue con las exquisiteces. La amenaza de extinción del esturión no ha sido un freno para el consumo de sus huevos, el glamoroso caviar, que se vende a un precio equivalente a su cada vez más extinguida presencia: entre los 1.850 y los 3.500 euros por kilo.
Por otro lado, la medicina tradicional también despliega ejemplos alarmantes. El pez conocido como bahaba chino (Bahaba taipingensis) se ha usado tradicionalmente en la medicina china para la prevención de abortos. Su vejiga natatoria se conoce entre los pescadores chinos como “oro blando” porque su precio se ha incrementado progresivamente hasta llegar a ser siete veces más caro que el oro. En 1980, una vejiga natatoria de este pez fue vendida en Estados Unidos por 64.000 dólares. Ahora, la especie se considera prácticamente extinguida.


Ecoturismo y safaris de caza
Otra actividad tan poco sospechosa, en principio, como el ecoturismo, también puede acelerar la extinción de especies. Esta modalidad incluye la observación de animales, que puede representar la causa de estrés sobre las especies. Una moda que hasta ahora persiste son los cruceros por Alaska, siguiendo la costa del Pacífico, que ofrecen la posibilidad de observar a las ballenas. Se ha constatado que las lanchas motoras perturban a las poblaciones de ballenas y se ha comprobado, entre las poblaciones de orcas, que un mayor número de barcos que acuden a observar estos animales se corresponde, al año siguiente, con una disminución en la población de este cetáceo.

Otro caso son los safaris de caza. Los investigadores compararon el precio de caza de grandes trofeos que ofrecían a través de Internet, para la temporada de 2006, diversos operadores. El resultado, de nuevo, es preocupante: el precio aumenta en proporción directa al estado de vulnerabilidad de la especie cazada. Cuantos menos ejemplares quedan de la especie, mayores precios se pagan.

¿Por qué tanto temor? Las serpientes solo atacan cuando se sienten en peligro. Se las caza indiscriminadamente para comerciar su piel u obtener antídotos contra su veneno.

Qué podemos hacer
Resulta irónico pensar que alguna de las actividades perjudiciales para las especies animales las realizan personas interesadas por la naturaleza. Para los expertos, una de las primeras formas de luchar contra esta práctica es hacer conscientes a estas personas de los efectos perniciosos de sus aficiones. Por otro lado, conocer las especies amenazadas debería servir al ciudadano para denunciar y rechazar estas actividades económicas cuando afectan a esas especies.
Así también, la sociedad debería plantearse hasta qué punto es beneficioso dar información sobre especies que están en peligro. Quizá no debería hacerse pública la localización geográfica de las especies y ni siquiera decir qué especies están amenazadas.

¿Por qué no los dejamos en paz? Si los científicos no delataran dónde viven, tal vez correrían menos peligro.
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