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Lo primero que debes hacer es leer el poema una y otra vez, y entenderlo bien. Es importante que sepas qué quiere transmitir el autor del poema con su obra, qué sentimientos quiere plasmar con sus palabras, qué emociones evoca.
2. Apréndetelo
Si lo que tienes que hacer es recitar el poema en un recital, quizá sea conveniente que te lo aprendas de memoria. No hay mayor secreto, simplemente hay que leerlo una y otra vez hasta memorizarlo.
3. ¡Que no cunda el pánico!
Cuando haya llegado el momento de interpretar el poema, estate tranquilo. Vocaliza bien y usa las manos para acompañar lo que quieres decir; esto hará que tu recital resulte mucho más creíble.
4. Vuélcate en tu poema
No olvides que un poema, al fin y al cabo, es arte, es sentimiento, y eso es lo que tienes que transmitir. Créete lo que cuentas, vuélcate en lo que cuentas. Si estás recitando un poema triste, tienes que lograr que la audiencia se entristezca escuchándolo; si estás interpretando un poema alegre, tienes que comunicar alegría y que la audiencia se contagie de ese contento escuchándolo.
5. Usa las pausas
Haz uso de las pausas en tu recital; estas pueden ser muy efectivas para llamar la atención del público. Si quieres llamar la atención sobre un verso en concreto, cállate antes de decirlo y mira fijamente a los ojos de tu público. Se fijarán mucho más en lo que dices.
6. No te olvides de las rimas
Gran parte de la gracia de un poema reside en sus rimas. Apréndetelas bien y pronúncialas con gracia, su efecto será mucho mayor. Habrá rimas en las que convendrá aumentar el ritmo de tu interpretación, y habrá rimas en las que resulte mejor ralentizarlo. Solo si conoces bien tu poema sabrás sacar partido a sus rimas.
Los tesoros que tenemos
¿Has visto algo más lindo
que un árbol florecido?
¿Una bella mariposa
en una flor posada?
¿El agua de un arroyo
serpenteando por la quebrada?
¿El cantar de un pajarillo
en el fondo de su nido?
¿Has visto algo más tierno
que una avecilla en el bosque
a su pequeño alimentando?
¿Al viento que meciendo
las ramas del canelo,
esparce sus bellas hojas
sembrándolas en el suelo?
¿Has visto correr el río
por valles, quebradas y cerros?
¿Al conejo en su madriguera
perseguido por los perros?
¿Has visto llorar al árbol,
a las hierbas y animales
cuando el hombre ha encendido
con su mano el mortal fuego?
¿Has visto bajo la lluvia
el arcoíris formado
con sus múltiples colores
sobre el cielo oscurecido?
¿Has visto correr las nubes
con sus trajes cenicientos
deslizándose de prisa
ayudadas por el viento?
¿Has visto alumbrar el relámpago
en las grandes tempestades
mostrándonos a la noche
claramente iluminada?
¿Has visto morir los peces
en el caudaloso río,
porque una mano malvada
ha colocado en el fondo
la basura endemoniada?
Si tú lo has visto todo,
yo te invito a pensar
y pregúntate a ti mismo:
¿vale la pena cuidar
tanto tesoro valioso
que el Señor vino a crear?
Piénsalo, niño, y cuida
los tesoros que tenemos,
que, sin ellos, nuestro mundo
no sería placentero.