Lee la última parte del texto Aurelio y el mercader de amor, y escribe la síntesis del mismo.
Aurelio y el mercader de amor (Esteban Valentino)
—¿Eh?, ah, disculpe…—dijo Aurelio.
—Bien, señor Aurelio. Para ser más exactos, la juguera le costará a usted una pequeña porción de su amor.
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—Pero esto es increíble —se entusiasmó Aurelio—. Entonces, ¿no tendré que pagar ni diez centavos?
—Ni diez centavos —confirmó el mercader.
—Espere aquí.
Y dicho esto, Aurelio salió disparado hacia la cocina. Liliana estaba terminando de pelar las papas. Aurelio le contó todo, pero Liliana no quería saber nada con la juguera ni con el precio.
—Pero, Lili—le rogó Aurelio—, va a ser apenas una partecita de mi amor que ni siquiera se va a notar. Y, a cambio, vamos a tener una juguera computarizada.
—Bueno, si vos decís que va a ser tan poquito…
Aurelio no la dejó terminar. Ya estaba al lado del mercader cerrando el trato de la juguera. Al día siguiente, la recibieron en una caja lindísima. Se pasaban los días tomando jugo.
A la semana, volvió a aparecer el mercader.
—Buenos días, señor Aurelio. Le traigo otra oportunidad imperdible. Nada menos que un horno regenerador de alimentos. Usted pone en él las sobras del día anterior, y el horno las convierte en una exquisita comida. Y todo, por una porción de su amor.
—Piénsalo, vida —le dijo Aurelio a Liliana—. La cantidad de dinero que podremos ahorrar comiendo las sobras. Lo compraron.
Después llegó la radio que transmitía solo buena música, la televisión para ver los deportes, la cama antipesadillas. Pronto Aurelio empezó a necesitar del amor de Liliana para pagar.
—Ya le he vendido todo lo que tengo, señor Aurelio. Pero no quiero irme sin que vea la última novedad: un generador de compañías. Basta con apretar este botón para que puedan tener una charla con la persona que ustedes quieran.
Liliana pagó con su amor y esa fue la última vez que vieron al mercader.
Cuando el hombre se fue, cerraron la puerta, vieron con satisfacción que a su casa no le faltaba nada.
—¿Ves, vida —le dijo Aurelio a su esposa—. Viste que pudimos comprar todas estas maravillas sin poner un solo peso? Y, al final, todo salió bien.
Ella se fue a preparar la cena y Aurelio aprovechó para trabajar en su escritorio. Al rato, Liliana volvió y se quedó paralizada. Allí, sentado en el escritorio, había un hombre que no reconoció…
—¡Qué tonta soy! Pero si es Aurelio.
Cenaron y se fueron a dormir. Aurelio daba vueltas en la cama sin poder pegar un ojo. Al fin, se sentó y miró a Liliana como lo había hecho tantas veces. Pero ahora no sonrió. Es más, le encontró una arruga que no le gustó para nada. —¡El tiempo hace desastres! —se dijo a sí mismo. Se dio vuelta en su hermosa cama antipesadillas y apagó la luz.
Para saber
En la primera parte del texto Aurelio y el mercader de amor, la aparición del vendedor es un núcleo narrativo central, sin este hecho, la historia no tendría continuación. Sin embargo, que Aurelio estuviera de vacaciones no es indispensable para entender la historia.
Para hacer una síntesis de un texto narrativo es importante:
Leer el cuento con mucha atención.
Hacer una lista de los núcleos narrativos más importantes de la historia.
Ordenar cronológicamente los núcleos.
Escribir la síntesis utilizando conectores, como: luego, en ese momento, un tiempo después, sin embargo, pero, porque, a causa de, entre otros.