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Una de las habilidades comunicativas fundamentales es la expresión oral y en esta época, cuando necesitamos cerrar procesos, agradecer o celebrar, es útil practicar algunos aspectos que debemos considerar cuando hablamos en público.
1. Temor oratorio
El temor a hablar en público no discrimina; profesores, abogados, vendedores, médicos, políticos, todos los que tienen que enfrentarse al público como parte de su profesión pueden sufrir esta situación. Esto es absolutamente normal. A menudo surgen dudas como: ¿me entenderá el público?, ¿no me voy a olvidar de lo que tengo que decir?, entre otras. Estas preocupaciones, a veces, generan el «distrés» o energía negativa que provoca ansiedad.
Algunas manifestaciones son: sequedad de boca, temblor de piernas, sudoración de las manos, latidos cardíacos acelerados, entre otras. Ante eso, las sugerencias para minimizar el temor, según Jorge Fernández (2003), son:
- Preparar adecuadamente lo que se va a decir.
- Practicarlo frente al espejo o alguna persona conocida.
- Grabar lo que se va a decir y escucharlo.
- Ver alguna película cómica o escuchar algo agradable antes (o la noche anterior).
Recordar que el público no está para criticar negativamente, sino tiene una sana expectativa para con el orador y quiere que le vaya bien.
- Saber que, generalmente, quienes fueron preocupados a una presentación oral actuaron mejor, porque su mente y cuerpo quedaron tonificados por las sustancias secretadas.
- Y, por último, saber que, después de unos minutos, el temor desaparecerá.
Preparación del discurso
Es fundamental escribir lo que se va a decir, sobre todo la primera y última parte, y realizar un esquema del desarrollo.
Exordio
Es la primera parte del discurso, que busca hacer al auditorio benévolo, atento y dócil. Un buen inicio garantiza el 40 % de la presentación. Algunas opciones son:
- Comenzar con una frase impactante o un hecho reciente que afecte a la comunidad.
- Contar una anécdota.
- Una frase que afirme una convicción o llame la atención.
- Una pregunta al público.
a. Exposición – argumentación: es la parte más extensa del discurso y cuenta los hechos necesarios para demostrar la conclusión que se persigue. Esta sección enseña al público los puntos fuertes que vamos a defender y se aducen las pruebas que confirman lo que se dice.
- Qué y por qué se afirma, cómo se fundamenta y qué se quiere lograr.
- Se debe argumentar cada idea o postura. Recordemos que la gente no creerá una afirmación sin fundamentación.
- Dar alguna prueba de lo que decimos: cifras, datos estadísticos, ejemplos, cita de autoridad.
- Ser breve para no aburrir al auditorio.
b. Peroración: es la parte destinada a inclinar la voluntad del oyente suscitando sus afectos.
Resume y sintetiza lo que fue desarrollado, para facilitar el recuerdo de los puntos fuertes y lanzar la apelación a los afectos. Es un buen lugar para lanzar un elemento nuevo, inesperado e interesante; el argumento-puñetazo que refuerce todo lo demás, creando en el que escucha una impresión final positiva y favorable. ¡No debemos terminar jamás sin una buena conclusión! Si falta tiempo, se acorta el medio, pero nunca el final. Es la parte que recuerda el público.
- Apelar a alguna cita, porque la gente recuerda frases finales.
- Finalmente, agradecer la atención. Así, la gente sabe cuándo aplaudir.
Algunas citas pueden ser:
- «La imaginación es más importante que la sabiduría». (Albert Einstein).
- «Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras». (José Martí).
- «El toque de un profesor transforma vidas, y esas vidas transforman naciones». (José Martí).
- «Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran». (Adagio latino).
- «Siempre he imaginado el paraíso como una especie de biblioteca». (Jorge Luis Borges).
- «Para decir lo que pensamos el camino más corto es pensar lo que decimos». (Azorín).
- «Ser feliz es sentir las convicciones de estar en lo correcto». (Jorge Bucay).
- «La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura, y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes». (José Martí).
3. La respiración y distensión antes de la presentación oral
- Realizar un ejercicio de rotación del cuello (dos veces cada lado), cabeza adelante y atrás, mentón con hombro y oreja con hombro.
- Ejercitar el hombro: primero, uno; luego, el otro y, después, los dos.
- Realizar la respiración abdominal: inspirar y espirar varias veces, reteniendo un momento el aire en el abdomen.
- Si se puede, caminar un poquito antes de la presentación.
4. Los gestos
Después de preparar todo y relajarse debemos cuidar el aspecto gestual y pues nuestras expresiones faciales y corporales hablan mucho más de lo que decimos.
- Las palmas extendidas hacia adelante es un gesto amable e indica honestidad, que se está extendiendo el conocimiento. Tratar de usarlo, pero no en todo momento, sino solo cuando sea necesario.
- La exhibición del pulgar denota arrogancia; evitar ese dedo acusador.
- Cruzarse de brazos con los puños cerrados demuestra una actitud de hostilidad. Evitarlo y, en su lugar, mantener los brazos sueltos o con la mano sosteniendo el micrófono.
- Sonreír es uno de los gestos más conciliadores con el público.
- Mirar al público permanentemente evitará que los actos escolares tengan tantas lecturas y resulten aburridos. Tener el discurso enfrente para mirar de vez en cuando.
- Tratar de decir con el cuerpo lo que se está diciendo con la voz.
Finalmente, recordar:
La palabra del orador debe ser equilibrada, esencial, meditada y artística. Lo ideal es el discurso en el que se combinan armónicamente la razón y la psicología. (Loprete)
Actividad
a. Prepara un discurso final para despedirte de tus compañeros.
b. Practica estas sugerencias de presentación.
c. Presenta tu discurso el día acordado con la profesora.
¡Éxitos!
Fuentes:
Apuntes propios de la autora de la página.
Fernández, Jorge. La expresión oral. Editorial Lumiere, Buenos Aires, 2001.