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Distingue las rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas por sus características .
Reconoce la importancia económica de las rocas.
Introducción
Las rocas, según su origen, se clasifican en tres grandes grupos: sedimentarias, ígneas y metamórficas.
Materiales
Lupa
Guía de rocas
Ejemplares de diferentes tipos de rocas
Vinagre o ácido clorhídrico
Cómo identificar las rocas
Las rocas sedimentarias se forman fundamentalmente por pedazos de rocas, fósiles y sedimentos más pequeños. Si una roca es blanda y quebradiza, se compone de barro (lutita), arena (arenisca), o grava y cantos más grandes unidos por una matriz fina (conglomerado); si se raya fácilmente con la uña, tiene capas o estratos con diferentes colores y puede o no contener fósiles o cristales de distintos tamaños, es una roca sedimentaria.
Con ayuda de una lupa de mano se pueden observar mejor sus características. Existen también otras rocas sedimentarias: las de origen químico, como las calizas de Vallemí, utilizadas para la fabricación de cemento y cal, que se emplea en construcciones. Estas rocas químicas pueden identificarse porque reaccionan con efervescencia ante el ácido, como el vinagre o el ácido clorhídrico.
Los carbones y petróleos son rocas sedimentarias llamadas organógenas, ya que se originan a partir de la acumulación de restos de materia orgánica. Los carbones proceden de restos vegetales y el petróleo, del plancton marino. Tienen un enorme interés económico dado su poder energético.
Las rocas ígneas se forman a partir del enfriamiento rápido o lento del magma o lava, no tienen capas o estratos, son muy densas y duras. Pueden tener un aspecto vidrioso Si se examina con lupa, y se distinguen granos y cristales grandes, la roca ígnea es plutónica, como el granito, gabro, la sienita, otros. Si los cristales son muy pequeños y no se ven a simple vista es una roca volcánica, como el basalto, muy utilizada para empedrados. Otras rocas ígneas volcánicas son la pumita o piedra pómez, muy porosa, y la obsidiana, que se utiliza para joyería y adornos.
Las rocas metamórficas se generan a partir de rocas preexistentes (sedimentarias, ígneas o metamórficas) que, como consecuencia de un aumento de temperatura y presión por procesos geológicos (enterramiento, intrusión de magmas, otros), sufren reajustes que ocasionan cambios en sus minerales y composición química, de forma que la roca original se transforma en un nuevo tipo que llamamos roca metamórfica.
Las capas de las rocas metamórficas también están plegadas y deformes. Pueden contener fósiles muy fragmentados. Son duras, como las rocas ígneas. También contienen cristales que se disponen en un patrón paralelo. Son ejemplos las pizarras que proceden de arcillas, las cuarcitas, de las areniscas; el gneis procede del granito; el mármol, de la caliza y la dolomía.
Nombres: granito, lutita fosilífera, caliza, mármol y basalto.