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• La entrada de la casa, los corredores y el patio principal son los lugares más expuestos y, por lo tanto, los que más exigen aseo. Un descuido en cualquiera de estos lugares suele ser suficiente para que la gente que los ve se forme una mala impresión.
• Los pisos limpios hacen que la casa parezca más linda, amplia y fresca. Así también, contribuyen a la salud, impiden los malos olores y ahuyentan los insectos y reptiles.
• La sala debe estar siempre, con o sin esperar visitas, bien ordenada y adornada.
• El techo, las paredes, las puertas, las ventanas y todas las demás partes de la casa también necesitan limpieza.
• En los dormitorios, cuya pulcritud se debe mantener, además hay que cuidar que corra el aire libre; esto, además de una regla de aseo, es una prescripción higiénica, por cuanto la ventilación contribuye en gran manera a la conservación de la salud.
• Hay que eliminar del dormitorio todos los objetos que puedan producir un olor desagradable. El calzado sucio, las ropas para lavar producen malos olores.
• La sábana y las demás ropas de nuestra cama deben estar siempre aseadas.
• La cocina exige especial cuidado, pues es el lugar donde se manipulan los alimentos.
• Los rincones poco vistos no están exceptuados del orden y del aseo, como el garaje o el fondo. De ningún modo se pueden usar estos espacios como depósitos de basura y otras inmundicias.
• La cría de animales en los hogares es una señal de desaseo. Además, es muy desagradable exponer a una visita a las caricias o la cólera de un animal. Pero si tenemos un animal, mantengámosle en lugar apartado, fuera de la vista de las personas que nos visitan.
• En el patio principal no se debe arrojar agua.
• El cuarto de baño debe estar siempre impecable. Todo debe estar brillante siempre.
Fuente: Manuel A. Carreño. Urbanidad y buenas maneras, Ed. América.