Canción de Navidad(1) (adaptación)

Es hora de disfrutar de una de las obras del escritor inglés Charles Dickens.

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Hacía mucho frío esa víspera de Navidad en Londres. El viejo Scrooge estaba en su despacho, controlando el trabajo de su escribiente.

Scrooge era tacaño, gruñón, reservado y solitario... ¡y odiaba la Navidad! Por eso, cuando llegó su sobrino a saludarlo, diciéndole: «Feliz Navidad», Scrooge le respondió:

—La Navidad solo sirve para pagar facturas sin tener el dinero, sentirnos un año más viejos y ni una sola hora más rico.

Esa noche, cuando llegó a su casa después de cenar solo, entró en su habitación y escuchó ruidos de cadenas arrastrándose y, de pronto, vio entrar a Marley. ¡Su socio, muerto hacía años, se le aparecía como un espíritu!

¡Scrooge casi muere del susto! Solo atinó a preguntar al espíritu por qué estaba encadenado.

—Llevo estas cadenas por todo lo malo que hice en la vida…, mejor dicho, por todo lo bueno que dejé de hacer: la caridad, misericordia y tolerancia.

Ahora, escúchame, Scrooge: tienes una oportunidad y una esperanza de escapar de un destino igual al mío. Te van a visitar tres espíritus; mañana, cuando el reloj marque la una, vendrá el primero.

Dicho esto, se marchó.

Scrooge, cansado y asustado, se acostó a dormir. Puntualmente a la una, el espíritu se presentó. Parecía un niño, pero tenía más apariencia de viejo que de niño.

El espíritu tocó con su mano el corazón de Scrooge y, al instante, los dos se encontraron a campo abierto. Scrooge se vio de pronto en el lugar donde había nacido, en un día frío de invierno. Estaba solo, sentado en un pupitre de la escuela, triste, leyendo un libro; pobre y olvidado por todos. Scrooge empezó a llorar desconsoladamente.

Después Scrooge se vio junto con su esposa, quien lloraba y le decía que ella le importaba muy poco; que había sido desplazada por otros ídolos: la ganancia y la codicia. Para terminar el suplicio, Scrooge vio a otra mujer, rodeada de hijos, viendo llegar al marido cargado de regalos de Navidad.

Y en ese momento despertó, justo para recibir la visita del segundo espíritu.

—¿Quién o qué eres? —preguntó Scrooge.

—Soy el espíritu de las Navidades presentes! ¡Toca mi vestidura!

Ni bien lo hizo, sin saber cómo, Scrooge se encontró en la casa de su escribiente. Todos estaban reunidos en familia, preparándose para festejar la Navidad. De pronto, el escribiente dijo: —¡Brindemos por el señor Scrooge!

El viejo gruñón se sorprendió al escuchar su nombre.

—¡Sííí! ¡El patrón de la fiesta! —dijo, en tono burlón, la esposa—. Ya me gustaría tenerlo aquí, le diría algo de lo que pienso de él, para que lo festejase.

Después, el espíritu lo condujo por varios lugares, hasta llegar a la casa de su sobrino. La esposa reía con ganas, rodeada de sus amigos.

—¡Es solo un viejo solitario y amargado que no tiene a nadie que lo quiera ni nadie a quien querer!—gritó el sobrino—.

En ese momento, dieron las doce y el espíritu se desvaneció.

Una hora después, puntualmente a la una, se presentó el tercer espíritu, un fantasma envuelto en un oscuro ropaje y encapuchado, que venía hacia él como la niebla al ras del suelo.

Sobre el libro

Título: Canción de Navidad

Adaptación: Carlos Solano López

Editorial: Condoretty

Actividades

1. Entresaca los personajes de la obra y descríbelos.

2. Responde.

¿Qué significa para ti la Navidad?

3. Si conoces alguna historia de personas que aseguran haber visto fantasmas, compártela.

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