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Antes de la llegada de los europeos a América, ya existían importantes civilizaciones que se destacaban por su organización, conocimientos y bellezas. En algunos pueblos precolombinos, encontramos la existencia de pirámides, la momificación de personas relevantes y la creencia en un diluvio universal.
LOS INCAS
Los incas adoraban al Sol. Las rocas, los árboles, los elementos y los animales eran adorados como divinidades. Por encima de todos, reinaba un ser espiritual, superior y poderoso: Viracocha. En las cercanías del actual Cuzco se levantaba el templo dedicado a Inti, el Sol. El supremo sacerdote vivía sobriamente, aunque rodeado de innumerables objetos de oro, ornamentos cargados de pedrería y tantas riquezas que deslumbraron a los españoles.
El Inca
Solamente el Inca, el soberano, poseía un poder igualable al del supremo sacerdote. Manco Cápac, fundador de Cuzco, implantó el culto a Inti, el Sol, en todo su territorio y decía que él era descendiente del Sol. De este modo, declaró su procedencia divina. Los cuerpos de los soberanos, convenientemente momificados, se enterraban cubiertos de ricas vestiduras y rodeados de toda clase de joyas, vajillas y objetos de uso corriente que debían acompañarles en la otra vida.
El cristianismo
A la caída de Atahualpa, el jefe inca, y de Moctezuma, el soberano azteca, los misioneros introdujeron la semilla del cristianismo. La cristianización de América se llevó a cabo no solamente por españoles y portugueses, sino por los franceses y los ingleses.
TOLTECAS Y AZTECAS
Los primeros levantaron la pirámide de Teotihuacán, en México, dedicada al Sol, cuyo culto pasó posteriormente a los aztecas. Estos tenían un dios supremo que era Tloque Nahauque. El número de dioses era grande y no sólo se consideraban el Sol, la Luna, el viento y las fuerzas de la naturaleza como divinidades, sino también las serpientes, los jaguares y otros animales. Huitzilopochtli era el dios de la guerra, cuyos beneficios era necesario impetrar con sacrificios humanos. Esta fue la parte más cruel y sanguinaria de la religión azteca. El número de sacrificios humanos solía rebasar el millar en el transcurso de un año.
El mundo dividido
Según los aztecas, el universo estaba dividido en una serie de cielos a modo de capas horizontales. En la inferior reinaba Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, que guardaba a los difuntos en compañía de su esposa Mictlancihuatli. Todos los hombres iban a parar al reino de los muertos, excepto los que sucumbían en la guerra, en un sacrifico expiatorio o morían ahogados.
Estos merecían el premio de un cielo más elevado. Los sacrificios humanos no fueron practicados por los mayas, los cuales ofrecían peces, pájaros y otros animales, así como alimentos, incienso y joyas, pero los toltecas adoptaron la costumbre de sacrificar esclavos o prisioneros de guerra. En la "Fiesta de las Flores" que celebraban los aztecas, se ofrecía la muerte de una joven de 16 años de edad, y aquel mismo día se elegía la niña recién nacida que sería sacrificada cuando cumpliera tal edad.
Lo científico
En lo científico, tenían el cálculo astronómico que permitió a este pueblo determinar un calendario muy notable. Se encontró uno de estos esculpido en una piedra circular, en cuyo centro podía verse la imagen de Tonatiuh, el Sol. Alrededor, estaba grabada la historia del pueblo azteca, dividida en edades simbolizadas por el jaguar, el huracán, el fuego y la inundación. Un terremoto destruyó este calendario que medía más de 3 m de altura, conservándose sus fragmentos.
LOS INCAS
Los incas adoraban al Sol. Las rocas, los árboles, los elementos y los animales eran adorados como divinidades. Por encima de todos, reinaba un ser espiritual, superior y poderoso: Viracocha. En las cercanías del actual Cuzco se levantaba el templo dedicado a Inti, el Sol. El supremo sacerdote vivía sobriamente, aunque rodeado de innumerables objetos de oro, ornamentos cargados de pedrería y tantas riquezas que deslumbraron a los españoles.
El Inca
Solamente el Inca, el soberano, poseía un poder igualable al del supremo sacerdote. Manco Cápac, fundador de Cuzco, implantó el culto a Inti, el Sol, en todo su territorio y decía que él era descendiente del Sol. De este modo, declaró su procedencia divina. Los cuerpos de los soberanos, convenientemente momificados, se enterraban cubiertos de ricas vestiduras y rodeados de toda clase de joyas, vajillas y objetos de uso corriente que debían acompañarles en la otra vida.
El cristianismo
A la caída de Atahualpa, el jefe inca, y de Moctezuma, el soberano azteca, los misioneros introdujeron la semilla del cristianismo. La cristianización de América se llevó a cabo no solamente por españoles y portugueses, sino por los franceses y los ingleses.
TOLTECAS Y AZTECAS
Los primeros levantaron la pirámide de Teotihuacán, en México, dedicada al Sol, cuyo culto pasó posteriormente a los aztecas. Estos tenían un dios supremo que era Tloque Nahauque. El número de dioses era grande y no sólo se consideraban el Sol, la Luna, el viento y las fuerzas de la naturaleza como divinidades, sino también las serpientes, los jaguares y otros animales. Huitzilopochtli era el dios de la guerra, cuyos beneficios era necesario impetrar con sacrificios humanos. Esta fue la parte más cruel y sanguinaria de la religión azteca. El número de sacrificios humanos solía rebasar el millar en el transcurso de un año.
El mundo dividido
Según los aztecas, el universo estaba dividido en una serie de cielos a modo de capas horizontales. En la inferior reinaba Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, que guardaba a los difuntos en compañía de su esposa Mictlancihuatli. Todos los hombres iban a parar al reino de los muertos, excepto los que sucumbían en la guerra, en un sacrifico expiatorio o morían ahogados.
Estos merecían el premio de un cielo más elevado. Los sacrificios humanos no fueron practicados por los mayas, los cuales ofrecían peces, pájaros y otros animales, así como alimentos, incienso y joyas, pero los toltecas adoptaron la costumbre de sacrificar esclavos o prisioneros de guerra. En la "Fiesta de las Flores" que celebraban los aztecas, se ofrecía la muerte de una joven de 16 años de edad, y aquel mismo día se elegía la niña recién nacida que sería sacrificada cuando cumpliera tal edad.
Lo científico
En lo científico, tenían el cálculo astronómico que permitió a este pueblo determinar un calendario muy notable. Se encontró uno de estos esculpido en una piedra circular, en cuyo centro podía verse la imagen de Tonatiuh, el Sol. Alrededor, estaba grabada la historia del pueblo azteca, dividida en edades simbolizadas por el jaguar, el huracán, el fuego y la inundación. Un terremoto destruyó este calendario que medía más de 3 m de altura, conservándose sus fragmentos.