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Son restos de origen animal y vegetal de los cuales las plantas pueden obtener sus nutrientes de manera más fácil y rápida que con abonos químicos.
Para que el mantenimiento del suelo tenga mayor rendimiento en una producción continua, se aconseja la utilización de compost, lombricompuestos, que resulta de la mezcla de estiércol fresco o estacionado, residuo de cosechas, sedimentos orgánicos, etc.
El estiércol es la mezcla de las camas de los animales con sus heces y orina, que sufren una descomposición más o menos avanzada (reciben el nombre de estiércol maduro o fresco, según sea su tiempo de fermentación). No debe utilizarse estiércol de animales carnívoros como el gato o el perro, ya que el proceso de fermentación no alcanza temperaturas suficientes para matar a la bacteria E. coli.
La composición química y las características físicas de los abonos varían de acuerdo con el animal del cual provienen. Pero lo más importante de este tipo de abono, radica en que con el tiempo va transformando de manera positiva las características físicas, químicas, biológicas y sanitarias del suelo.
El uso de abonos naturales, además de ser económico, ayuda a mejorar el drenaje y aireación del suelo. También ayuda a aumentar la retención de agua cuando llueve, contribuye a disminuir el uso del agua para riego y disminuye la erosión del suelo.
Una vaca adulta produce aproximadamente 25 kg de bosta al día que, una vez madurada puede incorporase al suelo de siembra.
Aportes nutricionales
El abono animal incorpora un gran porcentaje de humedad, nitrógeno, potasio, calcio, zinc, hierro y manganeso, aumentando la remineralización del suelo. La proporción de los contenidos varían según el animal, la alimentación recibida, la cama (paja, cascarilla de arroz, pasto seco, aserrín) y del manejo que se le dé a la materia orgánica. El estiércol de gallina o aves de corral y el de caballo son los más concentrados y ricos en nitrógeno y fósforo.