El Mutante (4)

Llegó el momento de conocer el desenlace de este entretenido relato.

El Mutante.
El Mutante.ABC Color

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Pasadas muchísimas lunas, muchísimos soles y bastantes lluvias, el Mutante, ahora árbol, estaba arraizado en el sitio que los romanos utilizaban para castigar a los enemigos de su imperio. Un día, en ese lugar, el pretorio, los soldados romanos golpeaban y escupían cruelmente a un hombre, a quien ellos mismos despojaron de su ropa para vestirlo con un manto púrpura, ponerle en la mano como cetro una caña silbante y burlarse de él, e irónicamente, arrodillados frente a él manifestar en coro: ‹‹¡Salve, Rey de los Judíos!››.

‹‹¡Usted, tráigame las ramas con espinas de aquella planta!››, ordenó de la nada un centurión a uno de sus soldados, apuntando a lo lejos su dedo hacia el Mutante.

Cuando el soldado romano corrió hacia él, el Mutante, ahora árbol, se preparó convincentemente para darle el susto de su vida al soldado convirtiéndose allí mismo, frente a él, en una gigantesca roca, pero al intentarlo, su poder no le funcionó al Mutante, y no le volvería a funcionar nunca jamás.

En ese momento, el soldado romano se le acercó mansamente al Mutante, ahora árbol, y le arrancó unas ramas con las espinas más grandes y filosas que él pudo encontrar, y luego, a las disparadas se las llevó a donde estaba el centurión. Allí, con mucho cuidado, el centurión, junto al soldado romano, materializó su idea de hacer una corona de espinas, que después de terminado, el centurión se la puso cruelmente en la cabeza al pobre hombre a quien ellos cobardemente habían estado golpeando sin contemplación alguna y tenían por prisionero en el pretorio.

Esa tarde, luego de que un gran terremoto partiera el suelo en dos y una gran tormenta llegara por todo aquel paraje, el Mutante, ahora árbol, oyó decir que habían crucificado al Rey de los Judíos, que habían matado al Hijo de Dios.

El Mutante supo entonces que él no necesitaba brillar para ser una joya real, ya que una partecita suya se había convertido en uno de los objetos más importantes del universo entero: la Corona del Rey de Reyes. Fue tanta su felicidad en ese ínterin, que desde ese momento, no paró ni pararía de llorar hasta el final de su vida.

El Mutante, vuelto árbol, después de aquel suceso, fue bautizado con el nombre de «Corona de Cristo», y su lagrimosa descendencia echó fuertes raíces por todos los pueblos del mundo para recordarnos que ella fue parte del dolor de Jesús de Nazaret, redentor de los pecados de la humanidad

FIN.

Robert Escalante (paraguayo)

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