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Durante el reinado de Harun Al-Raschid nació en Bagdad uno de los mayores aventureros que han asombrado al mundo con sus hazañas...
Se llamaba Simbad, y siendo aún muy joven heredó de su padre una considerable fortuna que él, sin embargo, despilfarró locamente gastando el dinero en fiestas y manjares, en atuendos carísimos y en toda clase de lujos, caprichos y placeres.
Y así llegó el día en que, por fuerza, hubo de notar que casi todas sus riquezas se habían evaporado. Entonces, el temor de ser pobre se apoderó de su espíritu y no dejaba de recordar una frase que su padre repetía a menudo: Es preferible encontrarse en la tumba que en la miseria.
Ese día decidió cambiar de vida, reunió el poco dinero que le quedaba y se dirigió a la ciudad de Basora con el firme propósito de convertirse en mercader, igual que lo fuera su padre.
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Poco después, con un cargamento de mercancías que había adquirido con el último dinero de su herencia, se embarcó junto con otros mercaderes en un navío que hacía la ruta de las Indias Orientales.
Nada extraño ocurrió al comienzo de la travesía. Simbad y los otros comerciantes navegaron por distintos mares, desembarcaron en muchos puertos y en casi todos ellos hicieron provechosos negocios con su géneros.
Pero un día el viento dejó de soplar, las velas se aflojaron y el barco se detuvo en mitad del océano, muy cerca de un islote.
Ante la imposibilidad de seguir navegando, Simbad y otros tripulantes decidieron explorar la pequeña isla, de modo que lanzaron al agua dos chalupas y cargaron en ellas los víveres y utensilios necesarios para preparar un buen asado en tierra firme.
—¡Cuanto más nos acercamos, más extraño me parece ese pedazo de tierra perdido en medio del mar! —dijo con aprensión uno de los marineros.
Sin embargo, cuando los viajeros llegaron al misterioso islote pudieron pasear por él y recorrerlo de punta a cabo sin sufrir ningún contratiempo.
La tragedia se produjo en el momento en que prendieron el fuego para cocinar la carne. Pues ocurrió que la tierra comenzó a estremecerse como si fuera sacudida por un terremoto.
—¡Eh! ¿Qué es esto? —gritaron asustados.
—¡La tierra se mueve! ¡Es una isla embrujada!
—¿No sienten cómo palpita? ¡Está viva! ¡La isla está viva! —exclamó el más aprensivo de todos.
Y algo de razón tenía, pues aunque no se trataba de una isla, sí que habían desembarcado sobre un ser vivo.
¡Lo que habían creído un islote no era en realidad sino el lomo de una gran ballena!
—¡Es un monstruo! —gritaron algunos hombres aterrorizados—, ¡Nos va a devorar!
—¡No, es una ballena! —les gritó Simbad, que había oído hablar de tan fabulosos animales—. Pero para el caso resulta igual de peligrosa. ¡Tenemos que huir rápidamente o nos arrastrará al abismo!
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El desconcierto fue total, varios marinos consiguieron huir en una de las chalupas, pero la otra fue alcanzada de lleno por un furioso coletazo del animal. Otros hombres fueron engullidos por el remolino que se formó cuando la ballena se sumergió en las profundidades del mar.
Actividades
1 Busca el significado de
Chalupa:______________________________________________________
Aprensión:____________________________________________________
Aprensivo:____________________________________________________
2 Usa tu imaginación y escribe cómo crees que continuará la historia.
Sobre el libro
Título: Las mil y una noches
Editorial: Grafalco