Pocahontas (2)

Seguimos con la segunda parte de esta entretenida historia.

Pocahontas y el capitán Smith
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Pocahontas, a pesar de las advertencias de su padre, no puede vencer su curiosidad y se acerca a un acantilado desde el que contempla a los soldados.

Pasan los días y los soldados, aunque encuentran indicios de poblamiento, no consiguen ver a ningún indígena. Solo el capitán Smith acierta a descubrir a la curiosa Pocahontas escondida tras un árbol.

—No te asustes —le dice—. No te haré daño.

—¡Oh! Es que mi padre cree que…

—susurra Pocahontas.

Venimos en son de paz. Podemos ser amigos. —E xclama el capitán Smith asombrado por la belleza de Pocahontas. Poco después los dos charlaban amigablemente.

Desde aquel día, los jóvenes continuaron viéndose muy a menudo a escondidas, ya que ninguno de ellos había dicho nada a los suyos. Pocahontas sabía que su padre se enfadaría muchísimo y el capitán Smith no se fiaba de la reacción del gobernador si se enteraba.

Pero las continuas ausencias de la joven hicieron sospechar a uno de sus pretendientes que algo raro pasaba. Hasta que un día se decidió a seguirla y descubrió la amistad que unía a la joven con el capitán Smith. Cuando volvió al poblado contó al jefe lo que había visto.

El padre de Pocahontas se enfadó muchísimo al enterarse de la amistad de su hija con uno de los conquistadores y al día siguiente les tendió una trampa en la que cayeron los dos enamorados. Fueron conducidos al campamento, donde el capitán Smith sería sometido a un juicio que podía suponer su condena a muerte. Pocahontas suplicó a su padre piedad, pero este se mostró inflexible.

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